miércoles, 27 de julio de 2011

Aportes de Mesoamérica a la Agricultura Mundial (Jorge Leon)


Aquí les  dejo un post interesante sobre los aportes que ha hecho Mesoamerica a la agricultura mundial, para que podamos comprender y valorar mas lo que las fértiles tierras donde residimos le dieron al mundo y se han convertido en muchos casos en pilares de dieta a nivel mundial. primero que es Mesoamerica, 

Si bien el termino Mesoamérica fue definida por Paul Kirchhoff en 1943. en el cual explica sobre un territorio que se extendía desde las cuencas de los ríos Pánuco y Lerma-Santiago, en el centro de México, hasta el Golfo de Nicoya, en Costa Rica. Incluía el centro y sur de México, Belice, Guatemala, El Salvador, la región occidental de Honduras, la vertiente del Pacífico de Nicaragua y la Península de Nicoya, en Costa Rica. Entre las características establecidas por Kirchhoff figuran, entre otras, el cultivo de especies autóctonas, la invención de ciertas prácticas agrícolas y de herramientas; y el desarrollo de métodos de cultivo y utilización de productos agrícolas. Unos años antes, el eminente botánico ruso Nicolai I. Vavilov (1930) había reconocido esa región como uno de los centros más importantes en el mundo, en cuanto concierne al origen de la agricultura, y en cuanto a la domesticación particular de muchas especies de plantas.

Aunque los conceptos de Kirchhoff y Vavilov han cambiado con el aporte de nuevas investigaciones, Mesoamérica se considera actualmente como uno de los centros primarios en relación con la diversidad de plantas cultivadas. Existen cerca de 80 cultivos que pueden considerarse originarios de Mesoamérica. Algunos de ellos, como maíz, tomate, cacao, algodón, chile y frijoles, son de importancia mundial. Otro grupo, que incluye el aguacate, el güisquil (chayote) y otras cucurbitáceas, dalias, sisal, vainilla, se han extendido a otras regiones tropicales, donde su valor económico es a veces mayor que en su área de origen. En tercer lugar, existen muchas especies frutales, hortícolas, medicinales y ornamentales que están en un nivel incipiente de desarrollo, y que a veces se encuentran en núcleos silvestres o cuyo cultivo se limita a una área reducida y su presencia a los mercados indígenas.
De especial interés es el hecho de que las especies mencionadas tienen en Mesoamérica una alta diversidad, y que incluye cultivares primitivos y poblaciones y congéneres silvestres, de valor potencial en programas de mejoramiento genético.
La riqueza en especies autóctonas cultivadas, de un rango tan amplio que abarca desde cultivos básicos hasta ornamentales, se explica por la interacción de factores naturales y culturales. Entre los primeros está la riqueza en especies de plantas superiores, mayor que la de Europa y del resto de América del Norte. En Mesoamérica se mezclan elementos florísticos de dos grandes procedencias, que son la norteña y la suramericana. La primera predomina en las selvas de coníferas y robles, y en praderas; la segunda, en las selvas tropicales de tierras bajas y en el bosque nuboso. El número de plantas superiores de Mesoamérica no se conoce aún con exactitud, y se estima entre 20,000 y 30,000 especies. Muchas de ellas, inclusive numerosas especies cultivadas, son endémicas, es decir que sólo se conocen en esta región.
Los factores culturales que determinaron que Mesoamérica, junto con los Andes, el Cercano Oriente y otras regiones del Viejo Mundo, fuera una de las cunas de la agricultura y de la domesticación de plantas, son aún objeto de discusión. Se supone actualmente que la agricultura puede haberse iniciado como un complemento del sistema de caza, pesca, y recolección de plantas silvestres, que caracteriza a poblaciones humanas sedentarias, y que poco a poco la agricultura suplantó a dicho sistema como fuente de alimentos, quizás porque aquellos recursos obtenidos inicialmente escasearon, por incremento de la población o por otros factores. A la par de la domesticación de plantas, el hombre primitivo inició la de animales. En Mesoamérica, esta última no tuvo mayor importancia y se redujo a unas pocas especies.
Una planta pudo haberse domesticado en uno o en varios lugares, una o varias veces. Su dispersión desde el área original pudo haberse hecho por difusión, es decir, pasando de una familia o tribu a otras; o por migración, cuando un grupo humano se trasladaba a una región nueva y llevaba, entre otras cosas, las semillas de sus cultivos. Es posible que en la mayoría de las veces operara la difusión. Un ejemplo de migración es citado por Gonzalo Fernández de Oviedo, y se refiere a Nicaragua y Nicoya, donde chorotegas y nahuas, venidos de México, ocupaban áreas adyacentes; los primeros monopolizaban el cultivo del chicozapote (Manilkara achras) y los segundos el del cacao (Theobroma cacao).
La domesticación se inició cuando el hombre vivía en bandas o aldeas. Después, éstas se organizaron en tribus, las tribus en Estados y éstos en reinos o imperios. A la llegada de los europeos, Mesoamérica estaba dominada por el llamado Imperio Azteca o Triple Alianza, y tenía una producción agrícola altamente organizada, en especial, en el centro de México, que se denomina la 'zona nuclear' de Mesoamérica. Esta etapa fue el resultado de un largo proceso, en el cual, la domesticación de las plantas tuvo gran importancia.
Vavilov supuso que en Mesoamérica la domesticación de las plantas se inició en ambientes húmedos, donde el riego era innecesario. Esto, que hoy parece evidente, no lo era en la época en que lo expresó Vavilov, pues entonces se creía que la agricultura se había iniciado sólo en zonas áridas. En Mesoamérica hubo diferentes niveles de domesticación, desde una completa, como en el caso del maíz, que depende del hombre para su sobrevivencia, hasta frutales como el zapote, que se encuentra aún en estado silvestre, tolerado en milpas y potreros, o cultivado en huertas pequeñas. A menudo, la misma especie tiene usos diferentes; por ejemplo, los agaves, que se utilizan como fibra, alimento, bebida, material de construcción, en la chía (refresco), o aceite obtenido de las semillas.
Cuando llegaron los europeos a Mesoamérica se encontraron con una producción agrícola rica, variada y altamente organizada. Su base eran las plantas cultivadas, que se habían domesticado en diferentes áreas de la región, pero cuya producción, expansión y comercio estaban organizados, como una unidad, bajo el comando de un grupo dominante, los aztecas. Estos imponían, a los pueblos que habían subyugado, tributos que se pagaban principalmente con artículos agrícolas: cargas de cacao, maíz, frijoles y amaranto, o productos derivados como mantas y vestidos de algodón. Con ello, mantenían el aparato de gobierno, la religión y el ejército. Para el pueblo había un sistema de mercados, que asombró a los españoles por la abundancia y diversidad de sus productos, ya que no había nada semejante en Europa.
Las regiones mesoamericanas situadas fuera de la 'región nuclear' no estaban tan avanzadas. La mayoría de las comunidades vivía al nivel de villas o pueblos, con un sistema de agricultura de subsistencia. Ciertas comunidades, en Guatemala, habían desarrollado prácticas de riego y conservación de suelos y un sistema avanzado de mercados. En esta área se domesticaron varios cultivos menores: chaya (Cnidoscolus chayamansa), chipilín (Crotalaria longirostrata), istlán (Solanum wendlandi), loroco (Fernaldia pandurata) y otros.


Dispersión de los Cultivos Mesoamericanos

En Europa

La agricultura europea en la época del Descubrimiento, con excepción del sur de España cuando estuvo ocupado por los árabes, no mostraba avances notables en comparación con la americana. Esta era más rica en especies cultivadas, con una diversidad que le permitía disponer de dietas más variadas y equilibradas. En ciertos aspectos, por ejemplo, conservación de suelos, riego, procesamiento y almacenamiento de alimentos, las civilizaciones andinas estaban mucho más desarrolladas que las europeas. Europa, por otra parte, disponía de numerosos animales domésticos, y las bestias de tiro, que no existían en América, permitieron el uso de arados y otras herramientas.

La alimentación europea era pobre, escasa y monótona. Se basaba especialmente en el trigo, que se preparaba en panes o sopas, lo mismo que otros cereales y leguminosas (lenteja, garbanzo). Había pocas hortalizas, entre ellas, el repollo, el nabo y la cebolla. Las especias y condimentos eran escasos y caros, y más que para dar sabor a las comidas se usaban para ocultar el mal sabor y el desagradable olor que adquirían las carnes, por su pésima conservación. El azúcar era desconocido, y la miel de abejas, el único edulcorante disponible.
La recolección de productos silvestres, como un complemento de la producción agrícola, era un aporte muy importante a la alimentación. Las bellotas de robles, hayas y castaños eran, particularmente en el centro y norte de Europa, una de las principales fuentes de alimentos energéticos, preparados también en forma de panes y sopas. La recolección de bellotas de árboles silvestres suministró una porción muy considerable de la alimentación europea hasta el siglo pasado.
La escasez de alimentos era general en Europa, desde la Edad Media. A ello contribuía el bajo rendimiento de los cultivos, ya que por una semilla sembrada se recogían cinco; las guerras y desórdenes continuos; y la falta de suficientes instalaciones para almacenar víveres. La escasez obligaba a la población rural a recurrir a medidas extremas, como la de preparar galletas con una cantidad mínima de harina de cereales y una porción mucho mayor de corteza de árboles. Grupos enteros de campesinos invernaban, como los osos, y reducían el número de actividades para economizar energía y víveres.
La situación se agravaba aún más cuando las cosechas fallaban, por lo general por factores climáticos, y venían las hambrunas. Estas fueron muy frecuentes en la Europa continental. A partir de 1200 y hasta 1850, se registraron 118 hambrunas serias, a menudo hasta de tres años de duración, que aquejaban principalmente a la población rural, pues en las ciudades se importaban granos de regiones no afectadas. Los agricultores vivían de alquilar tierras y pagaban a los dueños, por lo general, con la mitad de la cosecha. Otros sembraban en tierras marginales y, en ambos casos, dejaban por lo menos una tercera parte en descanso (barbecho). La hambruna obligaba a comer raíces, sangrar animales domésticos para beber su sangre, fabricar panes con cualquier cosa, como hojas de helechos; en el centro de Francia, a mitad del siglo XVII, 'los campesinos comían hierbas como los carneros y morían como moscas'. Las hambrunas ocurrieron aun en Suiza y Escandinavia, en el siglo pasado, y desaparecieron desde 1850. Sus efectos en la población y en la agricultura han sido considerados peores que las epidemias más serias.
Podría creerse que los nuevos alimentos que se llevaron de las Américas tuvieron un impacto inmediato en las condiciones de la alimentación europea, pero no fue así. A veces, como en el caso del tomate, transcurrieron tres siglos para que este cultivo se implantara. Los agricultores casi siempre se resisten a introducir nuevos productos y, sobre todo, hay que entender que de América se llevaron las semillas, pero no las prácticas de producción y manejo, ni la forma de utilizar los productos agrícolas. Esto último sucedió en el caso del cocinero real, quien recibió plantas de papas para los banquetes y preparó con ellas sólo ensaladas, con hojas y tallos que contienen sustancias venenosas.
Se ha atribuido a la entrada de los alimentos americanos el incremento de la población de Europa, que en 1650 era de unos 100 millones y en 1950 de 600, con un crecimiento marcado a partir de 1800. Aunque fue hasta comienzos del siglo XIX que se aceptaron del todo los cultivos americanos, imputarles a ellos un papel preponderante es poco aceptable. El fenómeno es muy complejo para asignarlo a una sola causa.
Lo que sí es evidente es que los alimentos americanos son la base de las cocinas europeas, desde las más humildes, como las que se encuentran en los Balcanes, hasta las más complejas. No se puede imaginar la cocina italiana sin los tomates, la húngara sin páprika, la española sin la papa, la francesa sin frijoles, o los restaurantes ingleses sin fish and chips. Aquellos alimentos determinaron también un aumento considerable de proteínas y vitaminas, de colorantes y condimentos. Por otra parte, el maíz contribuyó a desarrollar la ganadería y el consiguiente incremento de la producción de carne, leche y derivados, lo que no habría sido posible con los cereales europeos.


En Asia y Africa
La información disponible sobre la expansión de los cultivos mesoamericanos en Europa es muy pobre, pero es peor en cuanto a Asia y Africa. Hay que considerar en estos casos dos factores que operaron a comienzos del siglo XVI. El primero, es la expansión del imperio turco, que abarcó buena parte del sudeste de Europa; y el otro, fue la apertura de las rutas marítimas de Europa, al Oriente. El dominio turco fue el más evidente en el Mediterráneo, en los siglos XVI y XVII, con una penetración hasta el centro de Europa, cuando ya se habían establecido en el valle del Danubio algunos cultivos americanos. Como toda gran potencia, Turquía era un punto de concentración y de dispersión de cultivos en el ámbito de sus dominios y aun fuera de ellos. Fue un centro secundario de diversidad, tanto respecto de los cultivos nativos como de los introducidos. Eso explica que Vavilov sugiriera que Turquía podría ser el centro de origen del güicoy o calabaza (Cucurbita pepo), por la gran diversidad local de este producto. Ello también explica el hecho de que en Europa llamaran al maíz 'granoturco' en italiano, 'blé de Turquie' en francés, 'turkishes korn' en alemán. Los nombres usados en Africa para designar al maíz, que fue introducido de Turquía a Egipto y de este país al centro del continente, tienen también raíces turcas.
Las rutas marítimas al Oriente las abrieron los portugueses en 1500, y poco después se establecieron en Goa, India, y en Macao, China. Desde estos puertos pudieron ingresar cultivos, como el maíz y el camote, hasta el centro de China. A diferencia de lo que ocurrió en Europa, parece que allá fueron bien recibidos, y que se expandieron rápidamente. Esos cultivos se llevaron de Brasil, que era una etapa intermedia entre Portugal y el Oriente. Los portugueses también trasladaron los cultivos americanos a Oceanía, donde comerciaban con especias.
Los cultivos llegaron a Africa, como a Europa y a Asia, por diferentes rutas y en diversas fechas. Ya se citó el caso del maíz, que se supone arribó de Turquía. También llegó de Creta, a donde lo habían llevado los venecianos en 1517. Existe todavía otra posible ruta del traslado, por los portugueses, de varios cultivos americanos, y es la que se extiende de Brasil a la costa de Guinea. Finalmente, hubo otra ruta de introducción de cultivos de América a Asia y a Oceanía, y fue la que comunicaba a México con Filipinas y Guam; a estos lugares se transportó maíz, cacao, frutales y otros productos, la mayoría de los cuales se conocen todavía con sus nombres mexicanos.


Los Principales Cultivos de Origen Americano

Maíz
El maíz (Zea mays) es la planta cultivada que tiene mayor rango de adaptación. Se cultiva en el Nuevo Mundo, desde Canadá hasta Chile; desde el nivel del mar hasta 3,200 m de altitud, y hay variedades adaptadas tanto a condiciones de extrema sequedad, en el Oeste de Estados Unidos, como a la zona de altas precipitaciones (7,000-8,000 mm anuales), en el litoral del Pacífico, de Colombia.
En el Viejo Mundo el maíz se adaptó a ambientes muy diversos, en parte porque se introdujeron especies de procedencias muy distintas. Colón llevó a España el maíz duro de las Antillas, pero después hubo otras introducciones, como la de maíces peruanos a las provincias vascongadas. No se sabe con certeza dónde y cuándo se hicieron las primeras siembras en España, pero al principio del siglo XVI se encontraba ya en huertas de Castilla; y en Andalucía y el Levante, en tierras irrigadas. Sin embargo, el cultivo del maíz alcanzó mayor importancia en las regiones húmedas del norte de la Península: Galicia, Asturias y la región vasca, donde se desarrolló, en el siglo XVII y especialmente en el XVIII, como el cultivo de mayor importancia.
En Europa se practicaban, desde la Edad Media, sistemas de cultivos en rotación de dos a tres años. Se plantaba trigo en el invierno, otros cereales en la primavera y después se dejaba el terreno en barbecho por un año. En el norte de España y en el sur de Francia, primero, y después en Italia, en el siglo XVII, se suprimió el barbecho para sembrar maíz, o se intercaló éste con las siembras de primavera. Este cambio provocó un incremento considerable en la producción. El maíz rinde dos veces más que el trigo, y tiene casi el doble de contenido energético, es mucho más rápido en producir y se adapta a más tipos de suelos. El incremento en la producción significó una transformación radical en la alimentación humana, especialmente para los grupos más pobres, y llevó a una dependencia casi total, con respecto a dicho producto, a lo cual se hace referencia más adelante. Fue también, por las semillas y el follaje, un factor decisivo para establecer la estabulación de distintas clases de ganado, lo que a su vez aumentó la producción de alimentos animales. En Portugal, la siembra se inició a comienzos del siglo XVI, y en los dos siglos siguientes llegó a ser el producto agrícola predominante. Otras áreas de gran desarrollo en el cultivo del maíz fueron la llanura del Po, en el norte de Italia, y la cuenca del Danubio, especialmente en Hungría y Rumanía, en los siglos XVII y XVIII. En los otros países de los Balcanes también tuvo, y aún conserva, una importancia primaria.
El maíz es un alimento humano barato y abundante, y fue la mejor solución para hacer frente a las hambrunas. En Europa llegó a dominar completamente la alimentación en las regiones pobres, donde en algunas regiones llegó a ser el principal o el único elemento de las comidas. Es, sin embargo, un alimento pobre en lisina y niacina, elementos esenciales en una buena alimentación. En una dieta mixta, estos nutrientes se suplen con otras fuentes, o bien, como en el caso de las tortillas, se mejora la calidad proteínica por medio de agregados de cal. La carencia de elementos esenciales en el maíz se manifestó con la aparición de una enfermedad nueva, la 'pelagra', que se reconoció primero en España y después en Italia, en Hungría y en el resto de los países en los que el maíz era el alimento principal. La enfermedad se caracteriza por dermatitis, diarreas y demencia; y en el último estado ya es mortal. En Italia, las víctimas llegaron a más de 100,000, en 1821, cuando alcanzó la mayor incidencia; y casi el mismo número en Rumanía, en 1906. Es una enfermedad de pobres, y se presenta en épocas críticas, como la de la depresión, en Estados Unidos, cuando se rebaja la calidad de la alimentación. En Europa desapareció lentamente, conforme mejoraban las condiciones económicas y sociales, y ya no se presentó más después de 1950.
El maíz es un alimento importante en casi todos los países de Asia. China es actualmente el segundo productor del mundo, después de Estados Unidos. Hay información contradictoria sobre la llegada del maíz a China; lo más probable es que fuera llevado por los portugueses a su colonia de Macao, establecida en 1537, o pudo haberse llevado de la India, donde los portugueses se establecieron en 1510. A Oceanía, posiblemente fueron los portugueses quienes primero lo llevaron y lo distribuyeron desde principios del siglo XVI, cuando ellos se establecieron en las Molucas. El maíz que se transportó a dichas islas pudo haber llegado de Portugal o de Brasil. A Filipinas y a Guam llegó de México, después de 1565. En Africa, la expansión del maíz parece haber tenido dos orígenes: uno, en Egipto, de donde se expandió por el este del continente; el otro, puede haber sido Brasil, de donde los portugueses lo llevaron a la costa de Guinea, y de allí bien pudo expandirse por Africa Occidental.


Frijoles
De Mesoamérica provienen cinco especies de frijol: común (Phaseolus vulgaris), piloy (Phaseolus coccineus), botil (Phaseolus polyanthus), ixcomite (Phaseolus acutifolius) e ixtapacal (Phaseolus lunatus). La especie más importante, y la primera que fue llevada a Europa, fue el Phaseolus vulgaris, de la que se conocen centenares de variedades. Hay dos tipos principales de éstas, uno mesoamericano y otro sudamericano. Las primeras remesas de frijol que llegaron a España, llevadas de las Antillas, fueron seguramente del tipo mesoamericano. En España se sembró a comienzos del siglo XVI y se integró lentamente a otras leguminosas de grano, como alubias (tipo de frijol), garbanzos, lentejas, y especialmente a otras leguminosas nativas de cultivo reducido. Se sabe que alrededor de 1530 el frijol se llevó a Flandes, entonces provincia española, y que de allí se extendió al centro de Europa. Ilustraciones de dicho frijol aparecieron en libros publicados en Alemania en 1541, en Italia en 1554 y en Inglaterra en 1572. Era un cultivo de aceptación fácil, por sus diferentes formas de usarlo: vainas tiernas, granos tiernos y secos. Por su riqueza en proteínas fue una magnífica adición a la alimentación europea.
El piloy (Phaseolus coccineus) es nativo de las tierras altas de Mesoamérica, y no se le conoce en estado silvestre. Llegó posiblemente de México a España, se expandió poco y alcanzó cierta importancia en Inglaterra. Existen variedades de flores rojas, cultivadas en Europa como plantas ornamentales. El botil (Phaseolus polyanthus), como el anterior, es una planta trepadora y perenne, que también tiene semillas grandes y aplanadas. Las flores son blancas al abrirse, y después se vuelven amarillas. Es posible que se siembre en Europa, confundido con el anterior. En Guatemala se encuentran tipos silvestres. El ixcomite (Phaseolus angustifolius) es una especie propia de sitios secos. Algunas de sus variedades compiten por su calidad con las del frijol común. Fuera de las áreas muy reducidas de su cultivo en Mesoamérica, sólo se conoce en Africa, donde fue introducido como cultivo de cobertura, pero se utiliza también por sus granos. El ixtapacal (Phaseolus lunatus) crece en regiones bajas y secas. Las variedades de Mesoamérica pertenecen al grupo sieva, que tiene semillas pequeñas, de color oscuro. Se cultivan en Europa, donde ya se conocían en 1590, se llevaron de México a Filipinas y se extendieron a Oceanía. Otro grupo de variedades, llamado Lima, tiene semillas grandes, a menudo blancas y planas; se cultiva más que el anterior en Europa.


Tomate
El tomate (Lycopersicon esculentum) es la hortaliza que, fresca o preparada industrialmente, tiene el mayor consumo mundial, Se cultivaba en México, en las tierras templadas de la vertiente del Golfo, y se distinguieron desde el comienzo dos tipos: uno, de frutos grandes, casi del tamaño de una naranja, rojos y jugosos, con surcos longitudinales, profundos; y otro, de frutos más pequeños, esféricos y rojos. En ambos se presentaban también plantas con frutos amarillos. Los españoles lo llamaron 'tomate', nombre que los mexicas daban a una especie distinta, Physalis philadelphica, llamada ahora 'tomate de cáscara' o 'tomate verde'. Seguramente se llevaron a la Península semillas de tomate en los inicios del siglo XVI, pero no hay evidencia histórica de esta introducción. De España pasó al sur de Francia y a Italia, y en este último país, ya en 1552, se comía cocinado. Desde el inicio de su expansión fuera de España, el tomate fue considerado como un fruto comestible malsano y aun venenoso. Pero los italianos lo adoptaron y pronto pasó a ser un ingrediente de varias comidas. Se supone que la escasez de alimentos en Italia, en 1746, 1771 y 1774, contribuyó a popularizar su consumo. En el resto de Europa era una curiosidad, pero no se cultivó como hortaliza sino hasta el final del siglo XVIII. En los catálogos de semillas de esa época todavía aparecía como planta ornamental. Entonces se introdujo de Inglaterra a Estados Unidos, donde tampoco fue bien recibido. En Alemania, el cultivo comercial se inició a comienzos del siglo XIX. Por otra parte, en el Galeón de Acapulco se llevó el tomate a Filipinas, donde aún se le da ese nombre. En las Islas Molucas se sembraba ya en 1563, quizás introducido por navegantes portugueses.
Hasta en el siglo XIX, el tomate comenzó a producirse comercialmente en Europa y Estados Unidos. Ha sido objeto de investigaciones que han cambiado radicalmente la planta original, adaptándola a las necesidades de la producción y a los requisitos del mercado. Su popularidad es universal. Los frutos del tomate dan color, actualmente, tanto a los supermercados más modernos como a los mercados indígenas de Guatemala, Nepal, Perú, India o Africa. Es la base de productos industriales muy diversificados.


Chiles
Uno de los propósitos de los viajes de Colón era descubrir una nueva ruta a las Islas de la Especiería, y romper así el monopolio del comercio con esa región, que entonces tenían los portugueses. El Almirante no alcanzó tal objetivo, pero en las Antillas descubrió una especia desconocida en Europa, el chile (Capsicum spp.). Este vegetal podía crecer en Europa, producirse rápidamente, a un costo muy bajo y, como dijo Fernández de Oviedo, 'es mejor con la carne y con el pescado, que la muy buena pimienta'. El chile que encontró Colón en las Antillas fue posiblemente Capsicum frutescens, originario de América del Sur. Pero poco tiempo después se conoció una especie mesoamericana, Capsicum annuum, ahora la más difundida. Inicialmente se importó a Europa de México y Guatemala, pero ya alrededor de 1520 se cultivaba en España, de donde pasó a Italia (1526), a Alemania (1547), y a Inglaterra (1548). Su aceptación fue inmediata, o sea muy diferente de la que obtuvo el tomate.
El chile tuvo la mejor acogida y la difusión más rápida en el valle del Danubio y en los Balcanes, que entonces estaban bajo el dominio turco. A los turcos se atribuye su introducción en esas regiones, junto con el arroz, el maíz, el ajonjolí y otros productos. En 1526 ya había siembras de extensión considerable en Hungría. Dónde obtuvieron los turcos la semilla del chile, es un asunto que se discute todavía. Pudieron conseguirla en algunos de los puertos del Mediterráneo, donde tenían contacto con los europeos, o bien, en las colonias que los portugueses habían establecido en el Lejano Oriente, o en las costas de India y Arabia. Muy rápidamente, el chile se incorporó a la dieta de los países del centro de Europa. En Hungría lo hizo con el nombre de páprika. Los españoles llevaron el chile de México a Filipinas, y es posible que de este país se extendiera a Japón y China. También pudo haber sido llevado a India, donde la especie más común es Capsicum annuum.
La gran variedad de chiles picantes reconocidos en Europa se complementó con una no picante: el 'pimiento' o 'pimentón', que se considera más como una hortaliza que como especia. Plantas con frutos no picantes se conocieron en Guatemala en el siglo XVII. El chile tiene, además, numerosos usos industriales y medicinales. Por su producción fácil y barata, extendida por todo el mundo, tiene más valor que las especias que no conoció Colón.


Cucurbitáceas
En Mesoamérica se cultivan cuatro especies de cucurbitáceas: ayote (Cucurbita moschata), güicoy (Cucurbita pepo), pepitoria (Cucurbita argyrosperma) y chilacayote (Cucurbita ficifolia). Es bien conocido que estos cultivos tienen una distribución según la altitud. En las tierras más bajas se produce la Cucurbita argyrosperma; en altitudes medianas, la Cucurbita moschata; y en las Tierras Altas, la Cucurbita pepo y la Cucurbita ficifolia. A Europa llegaron, procedentes de Mesoamérica, la Cucurbita pepo y la Cucurbita moschata. La primera se adaptó mejor al centro y sur de Europa, así como a China y los Balcanes. Una de sus variedades, el 'zucchini', tiene un cultivo muy extenso y un uso general como verdura tierna. En esta especie hay numerosas variedades de frutos ornamentales. La Cucurbita moschata, que es la más cultivada en los trópicos, crece muy al sur de Europa, China y Japón.


Frutales
El frutal mesoamericano más cultivado en Europa es la tuna (Opuntia ficus-indica, cactacea), que se planta en los países del Mediterráneo, donde también se ha naturalizado ampliamente. El aguacate, de las variedades mexicana y guatemalteca, se cultiva en el sur de España, Italia, Grecia, Israel, Africa del Sur, y en otros países.
Otros frutales de áreas tropicales llegaron al Viejo Mundo por la vía México-Filipinas. Entre ellos están el chicozapote (Manilkara achras), que se llevó a Filipinas en el siglo XVI o en el XVII; ya era bien conocido en India, en 1800. En Filipinas, India e Indonesia, se han seleccionado numerosas variedades. También el jocote (Spondias purpurea), el zapote mamey (Pouteria sapota), el zapote verde (Dispyros digyna), la anona (Annona reticulata), y otros. La papaya, que posiblemente no sea de origen mesoamericano, fue llevada también de México a Filipinas, y se extendió por todo el sudeste de Asia.


Cacao y vainilla
Estos dos cultivos mesoamericanos están íntimamente asociados. El cacao fue cultivado por los mayas, y era muy apreciado por los aztecas. La vainilla (Vanilla planifolia) se utilizó para darle sabor y aroma al chocolate, y después a toda clase de dulces y helados. La expansión del cacao al Viejo Mundo se hizo primero por la vía México-Filipinas, desde 1674. Era del tipo criollo y su cultivo se extendió por Oceanía y el sudeste de Asia. En el siglo pasado se llevó de Brasil a Africa. Actualmente, los mayores productores son Costa de Marfil y Malasia. La vainilla se cultiva especialmente en Madagascar, Indonesia y Tahití.


Algodón
El algodón mesoamericano (Gossyppium hirsutum) es actualmente la especie más cultivada (cerca de 90%). Se utilizó en tiempos prehispánicos especialmente para telas. Su desarrollo como cultivo comercial en el siglo pasado, sobre todo en Estados Unidos, se basó en el mejoramiento genético, con el objeto de aumentar su resistencia a plagas y enfermedades. En estos trabajos se utilizaron variedades de México y Guatemala. Su cultivo ha disminuido por la fabricación de tejidos sintéticos. Las semillas se utilizan en la alimentación humana y animal.


Medicinas
Los europeos pusieron grandes esperanzas, en la época del Descubrimiento, en las nuevas medicinas que pudiera suplirles el Nuevo Mundo. En México buscó plantas medicinales el Doctor Francisco Hernández, entre 1570 y 1577. Sus informes se publicaron dos siglos después, y no tuvieron mayor acogida, por tratarse de plantas desconocidas en su manejo y utilización y por lo lejanas e inseguras que resultaban las regiones donde se podían obtener. Una de ellas, la jalapa (Ipomoes purga) se utilizó como laxante. Recientemente, en México y Guatemala se obtuvieron varias especies de Dioscorea, con propiedades anticonceptivas y de otras clases.


Plantas Ornamentales
En la Mesoamérica precolombina se apreciaron mucho las plantas ornamentales, algunas de las cuales adquirieron, después, importancia mundial, como dalias (Dahlia spp.), mejorana (Ageratum houstonianum), Cosmos spp., flor de muerto (Tagetes spp.), Zinnia spp., todas ellas asteráceas que han sido mejoradas considerablemente en Europa y Estados Unidos. Otras, como el nardo (Polyanthes tuberosa), la flor de mayo (Zephyranthes spp.) y la flor de pascua (Euphorbia pulcherrima) han sido menos afectadas, pero su cultivo se ha expandido por todo el mundo.
Fte: Enciclopedia de Guatemala

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