jueves, 4 de agosto de 2011

Los Pipiles






Es lamentable que los pipiles hayan sido casi olvidados en las investigaciones sobre la prehistoria e historia de Guatemala. Por lo general, se mencionan simplemente como un pueblo extinguido del que se sabe muy poco. El nacionalismo guatemalteco se identifica más con lo maya, y, por lo tanto, los estudios sobre los pipiles han sido relegados a un segundo plano.


En El Salvador, el patrimonio pipil ha sido reconocido y aceptado más ampliamente, pero la investigación sobre ese pueblo se ha hecho difícil porque no se ha aplicado una metodología adecuada que combine los métodos de la Historia con los de la Arqueología científica. Los arqueólogos no trabajan directamente con los datos históricos, y los historiadores no tienen conocimiento directo de los datos arqueológicos. Mientras perdure tal situación, los avances en el conocimiento de los pipiles antiguos serán lentos. El mismo argumento se aplica a todos los pueblos protohistóricos del Nuevo Mundo. Lo que hace falta es un diseño de investigación integrado, que combine los dos campos citados, para poder formular mejor las cuestiones que merecen ser investigadas y llegar a conclusiones mejor fundamentadas. Tal acercamiento es más costoso en términos de tiempo y de fondos para la investigación, pero no hay duda de que los resultados que se obtienen justifican tales inversiones


Este ensayo trata de presentar un resumen de la cultura pipil en Guatemala y El Salvador en la época de la conquista española. Los pipiles fueron grupos de lengua náhuat cuyos antepasados se trasladaron de México a Centro América en una serie de migraciones realizadas del siglo X al XIII. En la época de la Conquista se encontraban grupos de lengua náhuat en todos los actuales países de Centro América, pero los pipiles habitaron, en su mayoría, la zona del sudeste de Guatemala y las regiones occidental y central de El Salvador (Ilustraciones 296 y 297). Lyle Campbell estima que unos 2,000 hablantes del náhuat viven ahora en el occidente de El Salvador.


Las Migraciones

Desde mediados del siglo pasado los estudiosos han abordado el problema de la reconstrucción histórica de las migraciones pipiles. Estos intentos tempranos de resolver dicho problema se basaron principalmente en los datos históricos y lingüísticos, pero estuvieron limitados por la falta de datos arqueológicos pertinentes. Posteriormente, después de lograr un entendimiento básico de las secuencias culturales prehispánicas de la Costa Sur de Guatemala y de El Salvador, los especialistas pudieron sugerir reconstrucciones especulativas de las migraciones que vincularon la Arqueología de México con la de Centro América. Sin embargo, los datos arqueológicos en que se basaron estos esquemas fueron poco precisos. Aunque es indudable que las migraciones ocurrieron, hay que admitir que aún se sabe muy poco sobre los desplazamientos de los pipiles.
El siguiente resumen se basa en una correlación de datos históricos, lingüísticos y arqueológicos, los cuales se han presentado en detalle en otra parte. Hay que hacer hincapié en que todavía faltan muchos datos necesarios para desenredar el complejo problema planteado.
La gran metrópoli de Teotihuacan, en el altiplano central de México, obviamente tuvo influencias en el sudeste de Mesoamérica, durante el Período Clásico Medio (400-700 DC), pero los pipiles arribaron a Centro América en una época posterior al auge de aquella urbe. Por lo tanto, aunque es posible que el colapso de Teotihuacan causara movimientos de grupos de lengua náhuat, es muy dudoso que éstos hubieran podido llegar a Centro América, como mantuvieron Stephan F. de Borhegyi y Wigberto Jiménez Moreno. Es preciso mencionar también que ni siquiera se ha demostrado que se habló el náhuat en Teotihuacan durante el Clásico. Los intentos de vincular a los pipiles con Teotihuacan son, pues, engañosos. Al contrario de muchas aseveraciones, la cultura o estilo artístico de Santa Lucía Cotzumalguapa, del Clásico Tardío (700-900 DC, Ilustraciones 80-84), no tiene nada que ver con los pipiles. Este error tuvo su origen en el hecho de que Cotzumalguapa fue una zona predominantemente pipil en la época colonial. Los elementos iconográficos de la escultura de Cotzumalguapa sí reflejan influencias del altiplano central y de la Costa del Golfo de México, pero no hay evidencia convincente sobre una afiliación náhuat de Cotzumalguapa. Lo más probable es que fueran los pipiles quienes causaron la caída final de la cultura Cotzumalguapa, alrededor del 900 DC.
Las primeras migraciones pipiles que llegaron a Centro América deben fecharse en el Postclásico Temprano (900-1200 DC), y estuvieron íntimamente vinculadas al pueblo tolteca en México. Durante la primera parte de ese período se produjeron asentamientos en El Salvador, como Cihuatán y Santa María, en la cuenca de El Paraíso o región Cerrón Grande, los cuales tienen un complejo cultural fuertemente asociado con el de Tula, Hidalgo, durante la Fase Tollan. Otros sitios de El Salvador, como Tacuscalco, cerca de Izalco; Punta Las Conchas, en la orilla del Lago de Güija; Cerro de Ulata, en la costa del Bálsamo; y Loma China, en la región del embalse de San Lorenzo, muestran complejos culturales relacionados, que indican plena participación en el mundo de los toltecas. Se trata de una invasión o una serie de invasiones a las regiones central y occidental de El Salvador por grupos de lengua náhuat. Las migraciones se iniciaron en el altiplano central de México, y pasaron por la Costa del Golfo de México y el Istmo de Tehuantepec. Después de establecerse en El Salvador, los pipiles mantuvieron los nexos comerciales con México y Yucatán.
Es preciso señalar que no hay ningún indicio, en la Costa Sur de Guatemala, de presencia pipil durante el Postclásico Temprano. Los reconocimientos intensivos y extensivos realizados por Frederick J. Bove en la zona de Escuintla, han hallado poca evidencia de ocupación de la región durante dicho período. Aparentemente, después de un colapso de la población, al final del Clásico, esta zona estuvo despoblada hasta el Postclásico Tardío.
Si se toma en cuenta la ausencia general de asentamientos en la Costa Sur de Guatemala, durante el Postclásico Temprano, el mero hecho de que Itzcuintepec (Escuintla) fuera un centro pipil importante en la época de la Conquista, indica que las migraciones pipiles continuaron durante el Postclásico Tardío (1200-1524). Un posible sitio pipil de esa zona, asentado durante dicho período, es Carolina, en el sur de La Gomera. Los pueblos pipiles de Guatemala conocidos históricamente, como San Miguel Teguantepeque, Santa Ana Mixtán, San Juan Mixtán, Texcuaco, y Masagua, probablemente fueron establecidos también durante la última etapa de migraciones pipiles a Centro América 
Aunque se suele decir que la 'diáspora' de los toltecas, a mediados del siglo XIII, provocó la última serie de migraciones pipiles, y especialmente la llegada de los pipiles nonoalcas a El Salvador, se carece de la evidencia arqueológica que confirme la migración de los nonoalcas a Centro América. La principal evidencia que apoya esta tradición es de naturaleza toponímica y consiste de algunos paralelos llamativos entre la región nonohualca de Puebla, México, y las zonas central y occidental de El Salvador. Aunque estos paralelos son intrigantes, es igualmente posible que los antecesores de los grupos pipiles que los españoles encontraron en El Salvador, en el siglo XVI, hubieran estado allí desde el Postclásico Temprano. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que los nonoalcas penetraran en territorio de El Salvador en el siglo XIII. Es posible que Cuscatlán, uno de los 'Estados' más poderosos en la periferia sudeste de Mesoamérica, fuera un centro nonoalca. En su reconocimiento de la zona del Antiguo Cuscatlán, probablemente la verdadera ubicación de Cuscatlán, Paul Amaroli encontró restos de asentamientos fechados en el contexto del Postclásico Tardío, pero ninguna evidencia de ocupación durante el período anterior.

Estructura Social

El siguiente resumen de la estructura social de los pipiles se basa en los datos etnohistóricos presentados por William R. Fowler, Jr. Las fuentes principales son Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán y Diego García de Palacio.
La sociedad pipil se dividía en tres estamentos o estratos: nobles, plebeyos y esclavos. La afiliación a cada uno era por lo general hereditaria, pero los cargos de alto rango requerían confirmación. Era posible la movilidad ascendente a través de la realización de hazañas guerreras: un plebeyo podía distinguirse en la guerra y lograr la condición de noble. Los nobles tenían altos puestos políticos o religiosos. Fueron caciques, miembros del tatoque (consejo), capitanes de guerra y sacerdotes. Los plebeyos eran agricultores, cazadores, pescadores, soldados, comerciantes y artesanos. A los esclavos, generalmente cautivos de guerra, se les usaba como mano de obra, y a menudo fueron víctimas de sacrificio.
Los linajes nobles eran un rasgo importante de la estructura social de los pipiles. El mismo nombre pipil, del náhuat pipiltin, plural de pilli (noble), debe entenderse como una referencia a los linajes nobles. Tal como en el centro de México, los linajes nobles de los pipiles tenían funciones económicas y políticas que desempeñaban un papel esencial en la estratificación social. El jefe titular controlaba las tierras del linaje como propiedad corporativa, las cuales distribuía entre los nobles y plebeyos que dependían de él a cambio de tributo y servicio personal.
Parece que en muchos casos los linajes nobles entre los pipiles coincidían con los calpultin. El término calpulli tenía muchos significados entre los antiguos pueblos mexicanos. Generalmente un calpulli era una unidad político administrativa de tamaño variable, que no necesariamente estaba asociada al parentesco. En la región toltecachichimeca de Cuauhtinchan, en el valle de Puebla, el calpulli fue un tipo específico de unidad social que tenía tierras en común, que estaba estratificado internamente de acuerdo con el parentesco y era dirigido por un señor mayor del linaje.
Una situación semejante parece haber prevalecido entre los pipiles. El pueblo de Caluco, El Salvador, por ejemplo, estaba dividido entre cinco calpultin, cada uno con su propio cacique o cabeza titular. Casi todas las familias nucleares tenían huertas de cacao, que probablemente se les habían asignado antes de la Conquista en el contexto del calpulli.

Nivel de Organización Política

Los conquistadores españoles encontraron en Guatemala una serie de sociedades indígenas basadas en la producción de un excedente económico. De acuerdo con la terminología de Elman Service, se podrían llamar 'cacicazgos' a algunas sociedades pipiles de Guatemala, mientras que sería, quizás, más apropiado, referirse a otras unidades políticas pipiles, especialmente a Cuscatlán, como Estados. Kalervo Oberg talvez los hubiera llamado a todos 'cacicazgos organizados políticamente'. Lo que hace difícil la asignación de estas sociedades a una u otra casilla evolutiva, es el hecho de que representan un rango continuo de variabilidad de la complejidad cultural, en lugar de los tipos ideales de las clasificaciones etnológicas.
Según Robert Carneiro, tres criterios mínimos distinguen los Estados de los cacicazgos. Los primeros tienen el poder de reclutar para la guerra y las obras públicas, imponer y cobrar tributos, y decretar y hacer cumplir las leyes. Kent Flannery está de acuerdo: '...mientras los ciudadanos individuales deben abstenerse de la violencia, el Estado puede trabar la guerra; también puede reclutar soldados, recaudar impuestos, y exigir impuestos'. Los cacicazgos organizaban los ejércitos y los proyectos de trabajo comunal por medio del parentesco, pero no podían reclutar guerreros y trabajadores. Los caciques recibían el tributo, pero no tenían el poder político o militar de recaudar impuestos. Por ende, los cacicazgos no tenían leyes, ni los medios de fuerza institucionalizada para que éstas entraran en vigor, en caso de existir.
Principalmente, a partir del estudio de los datos de Fuentes y Guzmán, de acuerdo también con algunas fuentes históricas del siglo XVI, como Pedro de Alvarado, Diego García de Palacio, y de algunos documentos de archivos, como la Relación Marroquín, las tasaciones de tributos de Alonso López de Cerrato y ciertas 'probanzas de méritos y servicios' de los conquistadores, que proporcionan retazos de datos sugestivos, puede llegarse a la conclusión de que las unidades políticas pipiles de Itzcuintepec, Jalpatagua, Mita, Izalco y Cuscatlán satisfacen los criterios para clasificárseles como Estados.

Economía Política

Se les clasifique como integrantes de cacicazgos o de Estados, los pipiles antiguos tenían un modo tributario de producción. Los datos tampoco son claros ni abundantes, pero se puede suponer que la capacidad de pagar el tributo a los españoles, en la época colonial inicial, inmediatamente después de la Conquista, refleja una economía tributaria prehispánica. Después de la pacificación de la región, los pueblos pipiles pagaron tributo a sus encomenderos en cacao, algodón, mantas, maíz, chile, frijoles, miel, pescado y sal.
La élite gobernante controlaba el uso de la tierra. Los linajes nobles (que, como ya se dijo, muchas veces coincidían con los calpultin) sirvieron como la institución de tenencia de la tierra. Era privilegio del soberano asignar el uso de la tierra comunal a los jefes de linajes. Cada uno de éstos tenía sus plebeyos y esclavos para trabajar las tierras.
El intercambio regional e interregional fue sumamente importante entre los pipiles. Extrapolando datos de documentos tales como la Relación Marroquín, de 1532, y las tasaciones de tributos de Alonso López de Cerrato, de 1548-1551, se pueden obtener patrones regionales de una producción especializada que podía haber sido un estímulo fuerte para el intercambio. Por ejemplo, algunos pueblos de la provincia de Cuscatlán, como Cojutepeque, Cuscatlán y Ateos, fueron importantes por su producción de maíz, y algunos de ellos cultivaban el maíz para cambiarlo por otros productos. Otro cultivo muy destacado en los pueblos de Cuscatlán fue el algodón. En comparación con Cuscatlán, en las provincias de Izalco y Escuintla se producía relativamente poco maíz y algodón. Pero los pueblos de estas provincias se especializaban en cacao. Es interesante observar que en 1549 los pueblos de Izalco (15 encomiendas) pagaron 3,700 xiquipiles (32,190 kg) de cacao y los de Escuintla (19 encomiendas) 1,595 xiquipiles (13,877 kg), mientras los de San Salvador (86 encomiendas) pagaron solamente 739 xiquipiles (6,429 kg). Un xiquipil equivalía a 8,000 granos de cacao, y tres xiquipiles conformaban una carga, o aproximadamente 50 libras. Los pueblos de la provincia de Izalco que pagaron el tributo más alto en cacao fueron Izalco, Caluco, Naolingo y Tacuscalco.
Con respecto al comercio interregional, se puede especular, con las reservas consiguientes, que en el Postclásico Tardío los pipiles de Cuscatlán producían un excedente de algodón, el cual, junto con tejidos, como mantas y toldillos, se cambiaban con los pipiles de Izalco y Escuintla para obtener cacao. Otros productos comerciales, como la sal y el pescado seco, también demuestran patrones de producción especializada regional, y talvez eran llevados por mercaderes de una provincia a otra.

Religión

Como en el caso de la estructura sociopolítica, la religión pipil muestra muchas semejanzas con la de los aztecas. Los pipiles tenían un sacerdocio especializado, que consistía de varios rangos. Según García de Palacio, los pipiles de Mita tenían un 'papa' (sacerdote supremo) que llamaban tecti (teucti, equivalente al azteca teuctli), quien usaba una vestidura azul y un tocado con plumas de quetzal. El sacerdote segundo tenía el titulo tehuamatlini, y era 'el mayor hechicero y letrado en sus libros'. Cuatro sacerdotes auxiliares, a los que se referían como teupixqui, ayudaban en las ceremonias. Cada uno de ellos llevaba una vestidura de color distinto: negro, rojo, verde o amarillo. Además, tenían un 'mayordomo', que se encargaba de los sacrificios.
Los sacerdotes vivían en templos llamados teupas (teupan). Según García de Palacio, el templo mayor estaba junto a la residencia del sacerdote supremo. La Arqueología comprueba esta asociación. La excavación del centro pipil postclásico temprano de Cihuatán, El Salvador, reveló una asociación espacial entre el principal montículo, que fue la subestructura del templo mayor (Estructura P-7), y un recinto residencial de la aristocracia (el Patio Sudeste), que posiblemente funcionaba como un palacio para el sacerdote y sus dependientes.
Los dioses que adoraban los pipiles eran muy semejantes a los de los otros pueblos nahuas de Mesoamérica. García de Palacio mencionó a dos de ellos: Quetzalcoatl e Itzqueye. El segundo era una diosa madre que tenía su origen en la Costa del Golfo. García de Palacio también mencionó que los pipiles de Mita tenían un 'ídolo... señalado para la caza y pesca', probablemente Mixcoat. La Arqueología indica que Tláloc (o Quiateot) y Xipe Tótec también eran dioses de mucha importancia entre los pipiles. Las representaciones de Tláloc son comunes en piezas de cerámica con efigies, y en decoración modelada en incensarios grandes hallados en Cihuatán y otros sitios. Xipe Tótec aparece en cerámica, con efigies de tamaño natural, encontradas en Chalchuapa, el Lago de Güija, y Cihuatán. Son casi idénticas a las efigies de Xipe Tótec encontradas en el altiplano de México y fechadas en el Horizonte Mazapan, o sea, la época de los toltecas.
Los pipiles tenían un calendario casi idéntico al de los aztecas, con el tonalpohualli de 260 días y el xihuitl de 365 días. Cada día se identificaba con un número y un símbolo. La tabla de calendario que ilustró Fuentes y Guzmán muestra los glifos para los símbolos calli (casa), cuat (serpiente), suchit (flor), y posiblemente acat (caña) y tecpat (cuchillo de pedernal).
Con respecto al sacrificio humano, García de Palacio informó que los pipiles, de Mita, tenían dos tipos de ritos de sacrificio, cuya práctica dependía de que la víctima fuera de carácter doméstico o cautivo de guerra. Las víctimas domésticas eran hijos bastardos, de 6 a 12 años de edad, a quienes se sacrificaba dos veces al año: uno al principio del invierno y el otro al inicio del verano. Estas ceremonias probablemente marcaban los solsticios, y tenían un carácter muy secreto, pues sólo las observaban los gobernantes y los indios principales. Los cautivos de guerra eran sacrificados en público, con ceremonias de danza que duraban de 5 a 15 días.
Fte: William R Fowler, JR


miércoles, 3 de agosto de 2011

Arqueología En la Costa Sur




La Costa Sur de Guatemala ha jugado un papel importante en la Arqueología mesoamericana. A lo largo de todo el registro arqueológico hay evidencia de que hubo una competencia continua por el control de la región, probablemente por el enorme potencial de ésta como proveedora de recursos vitales y comida, tanto del mar, los estuarios y ríos como de los suelos fértiles y bosques. También funcionó como una especie de corredor para transportar dichos productos y permitir los movimientos de las poblaciones del este al oeste, y también del norte hacia el sur, por medio de los pasajes que conectaban el Altiplano con las Tierras Bajas. Los restos arqueológicos son mucho menos espectaculares y más perecederos que los de Petén; la destrucción de dichos vestigios está ocurriendo a un ritmo acelerado, y existe el peligro inminente de que tal información se pierda definitivamente. 



La Costa Sur de Guatemala es un terreno relativamente plano que se extiende paralelo al Océano Pacífico, desde la frontera con México, al suroeste, hasta El Salvador, al sureste. Incluye la planicie costera y las laderas sur de la cadena volcánica que separa esta área, relativamente baja, de las Tierras Altas, al norte. Las elevaciones van desde el nivel del mar hasta más de los 4,000 m, como en el caso del Volcán Tajumulco, situado cerca de la frontera con México. Esta amplia gama de alturas conforma una ecología rica y diversa, donde la flora y la fauna varían según las temperaturas y la precipitación pluvial.
En el marco de este análisis, la Costa Sur se divide en planicie costera y Bocacosta. La planicie costera se define como el terreno comprendido entre 0 y 300 m de altura, y la Bocacosta es aquella que se extiende aproximadamente de 300 m a 1,000 m de altura. Al terreno de más de 1,000 m de altitud se le llama Tierras Altas, en este ensayo. El análisis también se enfoca en las partes occidentales y centrales de la Costa Sur, es decir, aproximadamente desde la frontera mexicana hasta el área de Escuintla, que incluye el Río María Linda. Hacia el este de este río se ha realizado poca investigación arqueológica, y los datos disponibles son insuficientes para agregarse convenientemente a lo que se conoce sobre el resto del área costera.
La Costa Sur es una de las áreas más fértiles de Guatemala, gracias a la multitud de ríos que la atraviesan. Estas aguas llevan grandes cantidades de tierra y materiales erosionados de las Tierras Altas, que se depositan en las áreas más planas durante las inundaciones estacionales. El resultado es una planicie costera principalmente aluvial que, enriquecida de modo constante, es altamente productiva para la agricultura. En la actualidad, las partes más altas de la Costa se dedican casi por completo a la producción de café, y la planicie se destina a la producción de caña de azúcar, algodón, maíz, banano, aceite de palma, ajonjolí, y ganado. Sin embargo, en la época de la Conquista la mayor parte de la planicie costera, hasta los 600 m de altura, se utilizaba para el cultivo de maíz y cacao. Los documentos del siglo XVI registran también el algodón como una de las cosechas más importantes de dicha Costa, junto a otros artículos, como pescado, mariscos y sal. Estos productos se intercambiaban con los del Altiplano, entre los que figuraban objetos de obsidiana y jade, y posiblemente también materiales perecederos como plumas, textiles, canastas, etcétera.
Aunque se ha realizado una apreciable investigación arqueológica en la Costa Sur, sólo hasta en la actualidad ha sido posible juntar y reconstruir algunos detalles sobre el desarrollo cultural precolombino en la región. En el presente, la cerámica de las poblaciones antiguas es la mejor herramienta para determinar el curso de los acontecimientos, las actividades a que se dedicaba la gente, con qué otras zonas se mantenían contactos, de dónde llegaron los primeros pobladores, y cuánto tiempo se quedaron éstos en la región. Por lo tanto, gran parte de las siguientes consideraciones se obtuvieron de dicho tipo de información.

Evidencia Temprana del Hombre en la Costa Sur (3000-2000 AC)

El productivo ambiente natural y los abundantes recursos de la Costa Sur de Guatemala debieron haber facilitado su ocupación humana desde épocas muy tempranas. La disponibilidad de presas salvajes; alimento proveniente de plantas tropicales, sal, reptiles, peces, crustáceos y mariscos, probablemente pudieron mantener a sociedades de cazadores y recolectores. Sin embargo, en la actualidad no se ha encontrado prueba de tales asentamientos preagrícolas o precerámicos. Esta falta de evidencia puede ser el resultado de un largo proceso de sedimentación, que ha enterrado los rastros de los asentamientos tempranos, o bien de una investigación arqueológica insuficiente en el área, particularmente a lo largo de las márgenes más bajas de los ríos y estuarios cercanos a la costa.
La mejor evidencia que hay sobre cazadores y recolectores precerámicos proviene del sitio de Chantuto, en Chiapas, México. Este y otros 16 sitios, localizados en lagunas poco profundas, han sido fechados en la fase tardía de Chantuto Arcaico (3000-2000 AC). Todavía no está claro si estos sitios se ocupaban temporalmente, si estaban semiocupados, o si se ocupaban todo el año. Todos muestran que dependían del sistema de estuario, donde se obtenían conchas, camarón, peces, reptiles, venados, agutíes y culebras. No hay rastro alguno de la domesticación de plantas, ni tampoco sobre grupos contemporáneos que habitaran la planicie costera tierra adentro.
Se asume que localidades como Chantuto, donde había alimentación disponible todo el año, permitieron mayor grado de sedentarismo y una agricultura incipiente. Conforme mejoraron las técnicas de cultivo, la selección e hibridación de las especies de plantas permitieron cosechas más productivas, hasta que fue posible almacenar suficiente comida para las áreas en las cuales había escasez estacional. Tres cultivos, maíz, frijol y calabaza, se convirtieron en la base de la dieta mesoamericana. La vida sedentaria y la agricultura están acompañadas casi universalmente por la producción de cerámica para cocinar, comer y almacenar. Todavía no se ha podido determinar el momento de su invención e introducción en Mesoamérica, pero en algunas áreas se le encuentra relacionada al año 1500 AC. La tecnología probablemente se dominó en una fecha más temprana, pero las vasijas eran muy frágiles y pesadas como para que cazadores y recolectores migratorios las transportaran de un lugar a otro. Por esta razón, la tecnología cerámica avanzó mucho después del establecimiento de las comunidades sedentarias.

Preclásico Temprano (1800-850 AC)

Los sitios que han proporcionado la cerámica más temprana de Guatemala se encuentran en la Costa Sur. El primer sitio en que se encontró esta cerámica fue el de La Victoria, cerca del pueblo de Ocós, Departamento de San Marcos. Las investigaciones allí se hicieron en 1958 y estuvieron a cargo de Michael D. Coe, quien definió el complejo cerámico de Ocós, que está fechado entre 1500 y 1000 AC. Posteriormente, también se encontró cerámica Ocós en Altamira, Chiapas. El trabajo que se hizo después en Altamira reveló un complejo cerámico que Gareth W. Lowe denominó Barra, el cual es todavía más temprano que el de Ocós. Desde entonces, la Fase Ocós de Chiapas ha sido subdividida en tres partes: la más temprana se conoce como Locona, la segunda retiene el nombre de Ocós, y la última se denomina Cherla. Los asentamientos más tempranos que se aceptan en la Costa Sur incluyen los complejos Locona y Ocós, en algunos casos mezclados con una pequeña cantidad de tiestos de la Fase Barra. Todavía no se conoce ningún sitio en Guatemala fechado exclusivamente con la Fase Barra. La estimación más reciente de fechas en sitios del Preclásico Tardío en Chiapas y Guatemala, basada en análisis de radiocarbón, aparecen en el.
Recientemente se descubrió un lugar de la Fase Locona/Ocós en El Carmen, El Salvador. En Guatemala, se ha encontrado este complejo en La Victoria y en Salinas La Blanca, ambos sitios en el Departamento de San Marcos, así como en El Mesak, Departamento de Retalhuleu, y en la región de Tecojate, cerca de Tiquisate, en el Departamento de Escuintla. En un lugar cercano a Tecojate, Bárbara Arroyo encontró que la cerámica de la Fase Barra estaba mezclada con material de ocupación con fecha de las Fases Locona y Ocós. Fechamientos de radiocarbón asociados se situaron entre 1350 y 1150 AC. Sin embargo, fechas de radiocarbón de otros sitios situados alrededor de Tecojate indican que la ocupación sedentaria en la región pudo haber comenzado tan temprano como 1700 AC.
En la Costa Sur de Guatemala, los asentamientos Locona y Ocós están localizados en la planicie costera inferior y en los manglares. Tierra adentro, los tiestos de las fases citadas se encontraron en el relleno de mezcla de construcciones más tardías localizadas en La Blanca y sus alrededores, en el Departamento de San Marcos, y en El Bálsamo y Monte Alto, en el Departamento de Escuintla. Herramientas de obsidiana procesadas con la técnica de percusión también son típicas de estos lugares.
Las vasijas de la Fase Barra son una muestra de la cerámica más fina y hermosa de toda la cerámica preclásica de Mesoamérica. Están muy pulidas y quemadas, y muestran tonos de rojos brillantes, naranja, café, negro y engobes blancos; en su mayoría son monocromos, pero en algunos casos se combinan dos o más colores en una sola vasija. Por lo general imitan formas de calabazas y tienen un cuerpo globular o subglobular que termina en una boca restringida. Estas vasijas sin cuello comúnmente se conocen con el nombre de 'tecomates', y su forma predomina a lo largo del Período Preclásico Temprano. A pesar de la avanzada tecnología de la cerámica de la Fase Barra, la evidencia sugiere que los pobladores probablemente todavía estaban en las etapas incipientes de la agricultura del maíz. Información proveniente de sitios de Chiapas indica que ya formaban parte de la dieta un poco de maíz cultivado, frijol y probablemente calabaza. Sin embargo, es posible que continuaran dependiendo en gran medida de la caza y la pesca, complementadas con la recolección de semillas, frutas, nueces, raíces y tubérculos, todo lo cual integraba una dieta rica y variada.
Durante la Fase Locona, la economía de subsistencia mezclada continuó, pero la agricultura se volvió más importante. En esos sitios abundaban los depósitos de granos de maíz y mazorcas carbonizadas, junto con manos y metates de piedra para el procesamiento de esa comida. La mayor innovación que se produjo durante la Fase Locona fue un aumento dramático en los tipos y frecuencias de vasijas elaboradas. John E. Clark cree que este cambio de las vasijas 'tecomates', a platos y cuencos, puede indicar un cambio de un simple consumo de bebida ritual hacia un aumento en el número y complejidad de las celebraciones públicas. Otros cambios en la cerámica incluyen soportes trípodes sólidos en los 'tecomates', es decir, vasijas de boca restringida, y una banda de pintura rosada iridiscente alrededor del borde. También se introdujeron el uso de un engobe rojo de hematita y modos específicos de decoración plástica. Las figurillas de barro cocido aparecen pocas veces, usualmente con pequeñas formas femeninas poco modeladas. Entre los objetos usados por la élite se pueden citar orejeras, cuentas, pitos, anillos de barro y hueso, y espejos de hematita. Se muestra poco cambio en la tecnología para elaborar herramientas de obsidiana.
El desarrollo cultural continuó gradualmente de la Fase Locona a la denominada Ocós. La forma de tecomate continuó en la cerámica, y se mantuvo la tradición de una vasija sin cuello, con paredes delgadas globulares o subglobulares, con engobe rojo y tres largos soportes huecos. Las figurillas de la Fase Ocós son más grandes y están mejor modeladas. Sin embargo, al final de la dicha Fase ocurrieron cambios en la cultura y se evidencia un deterioro en la calidad de la cerámica. La Fase Cherla representa el último estado de degeneración y desaparición de las antiguas fases cerámicas de las tradiciones Barra y Ocós. Se introdujeron, asimismo, nuevas prácticas tecnológicas en la cerámica y la lítica.
El hecho de que la cerámica sofisticada de las Fases Barra y Ocós apareciera repentinamente en el registro arqueológico, sin antecedentes obvios, inicialmente llevó a Coe a sospechar que podía proceder de otras regiones; por ejemplo, que hubiera sido introducida de Norte América, la parte sur de Centro América o hasta del norte de Sur América. Ello se sugirió por el hecho de que esa clase de cerámica aparece en dichas áreas con fechas más tempranas (3000-2500 AC). El inventario cerámico en Colombia y Ecuador incluye la forma de calabaza, el estampado y la pintura iridiscente. Sin embargo, muchos otros rasgos de Sur América están ausentes en el inventario Barra-Ocós y, por lo tanto, se ha propuesto una explicación más lógica. John E. Clark y Michael Blake han sugerido que la cerámica mesoamericana temprana, como una manualidad especializada, inicialmente se manufacturó para responder a las necesidades y exigencias de la élite, es decir, para el propio uso de ésta y para actividades ceremoniales que solamente dicho segmento podía dirigir. La demanda de vasijas cerámicas aumentó, y conforme su producción se hizo más utilitaria, barata y menos artística, éstas se volvieron accesibles en los niveles más bajos de la sociedad. Según Clark y Blake, la alta frecuencia de vasijas de servir en la Fase Locona y las siguientes fases demuestra que las celebraciones públicas estaban patrocinadas por el grupo de la élite, pero el deterioro de su calidad a través del tiempo muestra que la cerámica ya no se manufacturaba como un elemento exclusivo de posición alta. Según esta hipótesis, las divisiones jerárquicas y de rango ya estaban presentes en la Fase Barra; y en la Fase Locona ya existían grandes poblados de 1,000 habitantes o más. Estos centros, a su vez, estaban rodeados por aldeas dependientes más pequeñas, que probablemente se dedicaban a actividades económicas especializadas, en un sistema mayor, más centralizado y regulado por el intercambio económico.
En 1962, Coe realizó más investigaciones en la Costa Sur, excavando el sitio de Salinas La Blanca, localizado a 2.5 km al sureste de La Victoria. El resultado de dicho trabajo fue la identificación de dos fases más, Cuadros y Jocotal, posteriores a las Fases Ocós y Cherla. La estimación de las fechas para las nuevas fases mencionadas se da en el.
Con el propósito de obtener más información, en 1973 Edwin M. Shook excavó otro montículo, el llamado Navarijo, en Salinas La Blanca. El fechamiento para este montículo es un poco anterior al de la Fase Cuadros. Claramente, la cerámica de los niveles más bajos era pre-Cuadros, pero en los superiores se desarrolló gradualmente el tipo Cuadros. Restos carbonizados del relleno del montículo mostraron una fecha en radiocarbón de aproximadamente 1185 AC. Por lo tanto, parece que en Guatemala la Fase Cuadros evolucionó separada de la Ocós, y que tal desarrollo se traslapó con el decaimiento en la región de las Fases Ocós y Cherla.
Durante las Fases Cuadros y Jocotal el 'tecomate' se mantuvo como la forma de vasija predominante y las vasijas elaboradas para servir se volvieron menos comunes. Tecnológicamente, estos 'tecomates' contrastan con los de las tradiciones más tempranas de las Fases Barra, Locona y Ocós, por sus paredes gruesas y porque no tenían engobe. Usualmente, los 'tecomates' de la Fase Cuadros tienen una zona ancha y convexa debajo del borde, la cual está cepillada o estriada y a veces tiene incisiones u otro tipo de decoración sobre el cepillado. En la Fase Jocotal la parte convexa y la decoración se abandonaron, pero durante la etapa temprana de esa misma fase se siguió utilizando un cepillado ligero. La tecnología de lascas de obsidiana muestra poco cambio en relación a las épocas anteriores.
Sitios pertenecientes a las Fases Cuadros y Jocotal son abundantes en Chiapas y en Guatemala, a lo largo de la planicie costera de los Departamentos de San Marcos y Retalhuleu. Cerámica relacionada, aunque no idéntica, se encuentra en el Departamento de Escuintla. Parecería, entonces, que las sociedades Cuadros y Jocotal tenían intercambios diversos, aunque en Guatemala no hay suficiente evidencia para determinar la extensión de la organización social jerárquica interna en las comunidades. En Chiapas, la Fase Cuadros está asociada con el aparecimiento de la influencia olmeca de la costa del Golfo de México. En Guatemala, esta influencia se manifiesta más tarde, ya que aparece por primera vez en la Fase Conchas del Preclásico Medio, en La Blanca, alrededor de 900 AC.
Resumen del Preclásico Temprano
Se pueden hacer algunas generalizaciones con respecto al desarrollo de la sociedad durante el Preclásico Temprano en la Costa Sur de Guatemala. En las primeras fases, la población probablemente vivía en pueblos dispersos y subsistía a base de la creciente agricultura incipiente combinada con la explotación del ambiente por medio de la caza, pesca y recolección. Similitudes en los estilos cerámicos indican que existía comunicación e intercambio entre las comunidades y hay pruebas de un intercambio a larga distancia de obsidiana, y probablemente también de sal y otros alimentos. En Chiapas, y quizás también en Guatemala, ya existían estratos sociales privilegiados. Las comunidades pudieron haber estado jerarquizadas en pueblos y aldeas organizados alrededor de un centro mayor y dependientes de éste, que tenía el papel de llevar a cabo las funciones ceremoniales y distribuir los bienes.

Período Preclásico Medio y Tardío y los Complejos Cerámicos Regionales

El Preclásico Medio (850-400 AC) fue una época de cambios pronunciados en la Costa Sur de Guatemala. En ciertos lugares ocurrió una tendencia de centralización de las comunidades, acompañada por el aumento en la separación de las diferentes áreas. Este desarrollo se debió en parte a la reorganización y a los rangos en las relaciones sociopolíticas, a la intensificación de la explotación de los recursos y a la cristalización de las redes locales de intercambio. Un grupo parece haberse limitado a la planicie costera occidental, en la región del Río Naranjo; otro al Departamento de Escuintla, en ambos lados del Río Achiguate; y un tercero parece haberse desarrollado a lo largo de la Bocacosta, hacia el norte del Río Ocosito. Los complejos cerámicos que se desarrollaron en estas tres zonas se conocen como las tradiciones cerámicas Naranjo, Achiguate y Ocosito, nombradas así por el sistema mayor de ríos asociado con cada una. Debe notarse que en este estudio la expresión 'complejo cerámico' se utiliza con referencia al inventario cerámico de cualquier población, utilizado durante un siglo o dos. Cuando se sigue la evolución de un complejo cerámico particular sobre un período largo, quizás aun por más de un milenio, es apropiado usar la expresión 'tradición cerámica'. Una es sincrónica y la otra diacrónica.
Las tradiciones cerámicas reflejan la existencia de tres poblaciones regionales que se pueden identificar con base en las distintas vajillas domésticas utilitarias, asociadas a cada una. Las vajillas utilitarias son eficaces para identificar tradiciones cerámicas, porque éstas incluían las vasijas que se usaban para cocinar, trasladar y almacenar, en las viviendas de la gente común. Los hábitos domésticos no se cambiaban fácilmente, y de este modo las vasijas que se utilizaban tenían una larga historia de manufactura. Cualquier tipo de cambio que se pueda observar en el registro arqueológico, generalmente es el resultado de pequeñas diferencias que inevitablemente ocurrían en el proceso de pasar la técnica de manufactura de una generación a otra. Se producen cambios lentos y graduales en el estilo, muchas veces inconscientemente. Estos cambios también podían resultar de modificaciones de la función, nuevos hábitos alimenticios, la conquista por extranjeros, o por imitar algún estilo introducido desde fuera de los límites del complejo local.
Las vajillas utilitarias se compartían por poblaciones vecinas que mantenían un contacto estrecho; probablemente, integradas social y políticamente por alianzas matrimoniales y por descendencia, acuerdos de intercambio, por un sistema jerárquico de centros primarios, secundarios y terciarios, o por otros medios en los cuales varias poblaciones obtenían beneficios. Se puede suponer que dichas poblaciones representaban grupos étnicos estrechamente relacionados, que utilizaban cierto número de mecanismos para mantener sus fronteras y preservar su propia identidad. Para cada tradición cerámica (población regional) se desarrolló una gran capital, que indudablemente funcionó como el núcleo principal de la red de intercambio, lo cual permitía la redistribución de bienes a través de mercados públicos y festividades periódicas. Estos eventos también alentaron la interacción social y la comunicación entre pueblos y aldeas (centros secundarios y terciarios) y en el centro principal. Tales mecanismos promovieron los lazos de parentesco y una identidad de grupo que probablemente se expresó por medio del idioma, costumbres, hábitos de cocina y los diferentes mecanismos para explotar el ambiente (pesca, caza, agricultura, manufactura de bienes para el intercambio, etcétera). En resumen, los límites de las poblaciones regionales se pueden definir si se trazan las fronteras de las vajillas utilitarias. Una vez definidos los limites, es posible trazar los cambios, el desarrollo y las relaciones entre los grupos, a través del tiempo.
La cerámica de las tradiciones Naranjo, Ocosito y Achiguate difieren radicalmente una de otra, pero comparten estilos que estuvieron de moda en Mesoamérica en diferentes períodos. Cada una está asociada con un centro mayor. Durante el Preclásico Medio es evidente un poco de influencia olmeca en las tres tradiciones, aunque los rasgos olmecas más fuertes se manifiestan en la Tradición Naranjo. En el comienzo del Preclásico Medio adoptaron las tres tradiciones, una industria nueva de obsidiana, y una tecnología de navajas de lasqueado por presión, aunque para la industria de lascas se siguió utilizando el método de percusión. La adaptación ambiental variaba entre los grupos. A través del Período Preclásico las poblaciones de la tradición Naranjo se mantuvieron en la planicie costera, a menos de 180 m sobre el nivel del mar, y estaban adaptadas a la playa y a la explotación de los estuarios. Como en el resto de Mesoamérica, el maíz ya formaba parte importante de la dieta, junto con productos provenientes de la recolección, la cacería y la pesca. La gente de la tradición Naranjo estaba asociada a varias salinas. A lo largo de los Períodos Preclásico y Clásico parece que también mantuvieron relaciones con Chiapas y México.
Las poblaciones de las tradiciones Ocosito y Achiguate ocuparon la Bocacosta, en un área importante de la producción de cacao. La comunicación y el intercambio se realizaban principalmente con el Altiplano, directamente al norte de cada grupo. La población de Ocosito parece no haber tenido acceso directo a la planicie costera, pero hay evidencia de que en el Preclásico Medio tenía intercambios con sus vecinos localizados a lo largo de la Bocacosta, y con los de la tradición Achiguate.
La Tradición Cerámica Naranjo en el Preclásico
El sitio más importante del Preclásico Medio, asociado con la Tradición Cerámica Naranjo, es el denominado La Blanca, el cual se encuentra, aproximadamente, 10 km tierra adentro. Su montículo más importante, que tenía 25 m de altura, fue destruido en 1971 al construirse una carretera. Dicho montículo, el más grande conocido en la Costa Sur, tenía una base de 140 x 160 m. El sitio entero consistía de más de 45 montículos, y cubría una extensión de 100 hectáreas. Su mayor época de construcción y ocupación se sitúa en el Preclásico Medio, durante la Fase Conchas.
Las investigaciones en La Blanca se realizaron por Edwin M. Shook, a principios de la década de 1970, a través de un proyecto de rescate, cuando se estaba construyendo la carretera. Unos años después, en 1985, Michael W. Love efectuó investigaciones en el área residencial del sitio. La cerámica recobrada de esos proyectos es similar al material encontrado por Coe en La Victoria.
La cerámica de la Fase Conchas es de excelente calidad. Sus formas, engobes y diseños son muy similares a los de los sitios de la costa del Golfo de México y de Chiapas. Sin embargo, el complejo cerámico tiene antecedentes en el material de la anterior Fase Jocotal, tanto en lo que atañe a las formas de las vasijas como a la arcilla. Por ello, la cerámica de la Fase Conchas se parece a las fases anteriores en su arcilla y cocción, pero difiere en el acabado: lleva un engobe micáceo grueso, bien pulido, que varía de blanco a gris o a negro, según los efectos de la cocción. Algunas de las vasijas con engobe blanco tienen decoraciones hechas con pintura roja. Figurillas cerámicas, elaboradas con el mismo barro y tecnología que las vasijas, están asociadas al complejo Conchas, y se encuentran en grandes cantidades en La Blanca. Muchas de ellas muestran deformidades diversas como labio leporino, tumores, ceguera, etcétera, lo que induce a pensar que se utilizaban para curaciones.
Se han recuperado por lo menos tres esculturas de piedra en el sitio. Una de éstas es una cabeza de jaguar olmeca, y la otra es un fragmento de la pierna de un personaje que se encontraba de rodillas. En las excavaciones hechas en 1972, Shook encontró algunos sellos y unos cuantos artefactos de jade; entre éstos se incluían orejeras, un perforador pequeño y un fragmento de un espejo cóncavo de pirita.
No se puede afirmar con certeza que un grupo de olmecas procedente de Chiapas o del Golfo de México se estableciera en La Blanca, pero es indudable que el centro estuvo administrado por una aristocracia, altamente refinada, que se identificaba con la ideología y los estilos artísticos de los olmecas. Hasta el presente no ha sido posible determinar qué idioma hablaba la población de la Fase Conchas.
Después del año 700 AC, los estilos olmecas desaparecieron de la Costa Sur de Guatemala y la cerámica del complejo Naranjo empezó a evolucionar en una nueva dirección. En el inicio del Período Preclásico Tardío aparecieron, en la tradición cerámica Naranjo, una gran variedad de formas de vasijas y decoraciones. En los siglos subsiguientes esta cerámica se difundió gradualmente hacia el este, a lo largo de la planicie costera . La cerámica que se desarrolló en la Fase Conchas se encuentra en Ujuxte y sus alrededores, un sitio que actualmente investiga Michael Love. Posteriormente apareció en la región del Río Jesús, y más tarde en el sitio Sin Cabezas, en el área de Tiquisate. Se le encuentra al este del Río Coyolate, en el sitio Marinalá, en relación con el final del Preclásico Tardío.
La Tradición Cerámica Achiguate en el Preclásico
La tradición cerámica de Achiguate se ha localizado en el Departamento de Escuintla, en la parte central de la Costa Sur, en una región que ha sido investigada extensivamente por Frederick J. Bove. En 1982 y 1983 este investigador registró e hizo el levantamiento topográfico de 46 sitios en una zona ubicada entre los ríos Madre Vieja y Nahualate. En los años siguientes, Bove efectuó más excavaciones y mapeos en la zona La Gomera-Sipacate. El objetivo principal de tales trabajos era el de determinar las jerarquías de los sitios, una tarea que continúa en la actualidad, y que es importante, adicionalmente, para establecer la densidad demográfica.
Los estilos escultóricos, la cerámica y las relaciones de intercambio de la tradición Achiguate, eran muy diferentes a los de la Tradición Naranjo. En escultura se hacía énfasis en las figuras con vientre prominente ('potbellies' o 'barrigones'), las que se fechan en relación con el Preclásico Tardío. La cerámica contrasta con la de Naranjo, en cuanto concierne a la tecnología (arcilla y cocción), así como respecto a la variedad de formas de vasijas. En el Preclásico Tardío, la Tradición Achiguate fue un componente mayor de una importante red de intercambio que mantuvo a la población en contacto con Kaminaljuyú, la parte sur del valle del Motagua y el occidente de El Salvador. En relación con el Preclásico Medio, el sitio más conocido de la Tradición Achiguate es El Bálsamo, pero en función del Preclásico Tardío, el sitio Monte Alto, por el número de esculturas de 'barrigones', parece que se convirtió en el principal centro religioso y comercial de la región.
El Bálsamo se localiza en la planicie costera del Pacífico, aproximadamente a 40 km tierra adentro, y a 9 km al oeste de la cabecera municipal de La Democracia. Una muestra de carbón de un montículo que fue excavado por Shook en 1969 y 1970, dio una fecha aproximada de 1025 AC. En 1977, William Clewlow, de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), realizó otras investigaciones en El Bálsamo. El proyecto se extendió en 1979, con el objeto de incluir un estudio especial sobre el procesamiento e intercambio de obsidiana. Esta investigación determinó ocupaciones del sitio, durante el Preclásico Medio y Tardío, y el Clásico Tardío.
La cerámica del Preclásico Medio de El Bálsamo se desarrolló directamente del complejo local del Preclásico Temprano. A pesar de que presenta semejanzas con los estilos de la Fase Conchas, en cuanto a algunas formas y el uso de los engobes rojos y blancos, tecnológicamente es diferente. La pasta tiende a tener tonos cafés, y las vasijas por lo general no tienen engobe. En El Bálsamo se observa una menor influencia olmeca. Allí se han recogido esculturas de jaguares, probablemente las que están fechadas en el contexto del Preclásico Medio o Tardío, que, además, reflejan ciertos elementos del estilo olmeca.
Aparentemente, el sitio Monte Alto, localizado cerca de La Democracia, Escuintla, se convirtió en un centro cívico y ceremonial durante el Preclásico Tardío. El primero en describir el sitio y hacer el correspondiente levantamiento topográfico fue Robert Burkitt, en 1931. En 1968, Lee A. Parsons y Shook, del Proyecto Monte Alto, realizaron excavaciones extensivas, las cuales mostraron que Monte Alto estuvo ocupado desde el Preclásico Medio hasta la primera parte del Clásico Temprano, c 800 AC a 350 DC; se indicó, asimismo, que la cerámica pertenece a la Tradición Achiguate.
Las esculturas de Monte Alto son cinco 'barrigones' y seis cabezas grandes. Todas están esculpidas en grandes bloques de piedra, y tienen detalles en bajorrelieve. De manera característica, la cara tiene los ojos cerrados y saltados, quijadas pesadas y labios rectos. En las esculturas, el pecho y el abdomen emergen para formar un cuerpo grande, redondo e inflado. Los brazos y las piernas se extienden en bajorrelieve, a lo largo del estómago. Solamente se puede especular sobre el significado que estas esculturas pudieron haber tenido para la comunidad.
Se han encontrado monumentos similares a los 'barrigones' de Monte Alto en sitios de la planicie costera, al sur de Monte Alto y a lo largo de la Bocacosta, hasta Abaj Takalik. También están presentes en el Altiplano, hacia el norte, especialmente en Kaminaljuyú; hacia el este, en Copán, Honduras, y en Santa Leticia, en El Salvador. Las esculturas varían de una región a otra. En Kaminaljuyú son más pequeñas y tienen un collar, mientras que en Santa Leticia el ombligo está exagerado; sin embargo, todas representan la figura de un hombre gordo, sentado.
La distribución del culto a los 'barrigones' y las similitudes en el inventario del complejo cerámico en Monte Alto, Kaminaljuyú y Santa Leticia, son elementos que sugieren que estas áreas mantenían relaciones estrechas. Estas son tan evidentes que Arthur A. Demarest y Robert J. Sharer han integrado la región entera con el nombre de Esfera Cerámica Miraflores. Las relaciones entre estas áreas continuaron hasta el final del Preclásico Tardío.
La Tradición Cerámica Ocosito en el Preclásico
El centro más importante del Preclásico Medio en la Tradición Cerámica Ocosito es Abaj Takalik. Este sitio se encuentra en el municipio de El Asintal, Departamento de Retalhuleu, a una elevación de 600 m. Consiste de una serie de terrazas que soportan cuatro grupos grandes de montículos. El total de éstos es de más de 70, y eran plataformas que sostenían estructuras evidentemente perecederas. Asociados a las diferentes estructuras hay 53 estelas y 26 altares. Algunos están esculpidos en estilo olmeca, otros en estilo maya, y el resto probablemente refleja el estilo local.
Abaj Takalik fue descrito primero por Gustav Bruhl, en 1888. Karl Sapper lo mencionó, cuando se refirió a la Estela 1, en un informe publicado en 1894. Max Vollemberg, un artista alemán, hizo unos dibujos de los monumentos, los cuales indujeron después a Walter Lehmann a visitar el sitio y realizar excavaciones alrededor de la Estela 2. En 1943, J. Eric S. Thompson publicó el informe más completo hasta entonces sobre Abaj Takalik. Posteriormente, Susanne W. Miles hizo un estudio acompañado de fotografías, sobre algunos de los monumentos, y esta investigadora le dio el nombre quiché (k'iche') Abaj Takalik, que significa 'piedra parada'. Fotografías y un nuevo análisis sobre los monumentos se incluyeron en los estudios de arte maya publicados por Lee A. Parsons. Sin embargo, hasta 1976, Robert F. Heizer y John A. Graham, de la Universidad de California, en Berkeley, quienes tenían a Shook como consultor, efectuaron las primeras excavaciones sistemáticas y realizaron estudios sobre los monumentos esculpidos.
Las terrazas y sus correspondientes estructuras se encuentran distribuidas en la actualidad en cinco fincas privadas. Recientemente, 11 manzanas de una de dichas fincas fueron donadas por el dueño, José Luis Ralda, con el propósito de que se preservaran como parque nacional. En l988, el gobierno guatemalteco estableció el Proyecto Nacional Abaj Takalik, destinado a realizar investigaciones arqueológicas en el sitio y a integrar las 11manzanas en un parque arqueológico público. Este trabajo estuvo bajo la dirección de Miguel Orrego C.
Las investigaciones arqueológicas realizadas en el Proyecto Nacional Abaj Takalik se han concentrado especialmente en una terraza, designada como Terraza 2, y en tres estructuras que tienen los números 11, 12 y 13, que integran lo que se llama Grupo Sur Central. Las excavaciones en la Terraza 2 indican que la construcción en el lugar comenzó en una época tan temprana como el Preclásico Medio. La cerámica asociada muestra que durante ese tiempo Abaj Takalik tenía poco contacto con la planicie costera del sur. Aparentemente, se comunicaba entonces con otros lugares de la Bocacosta y del Altiplano, específicamente las áreas de Quetzaltenango y Quiché.
Se supone, aunque todavía no está probado arqueológicamente, que las esculturas de estilo olmeca se erigieron en Abaj Takalik durante el Preclásico Medio. Sin embargo, con la excepción del Monumento 1  y posiblemente otro más (Monumento 64), ninguna otra escultura olmeca se le ha encontrado en su posición original, y ninguna de otro estilo se encontró en las excavaciones de la plataforma del Preclásico Medio, en la Terraza 2. No obstante, es evidente que las esculturas de estilo olmeca no estaban asociadas a una población olmeca intrusa. La cerámica del Preclásico Medio recolectada en el sitio parece haber evolucionado localmente, sin ninguna relación directa con la de la planicie costera inferior (Tradición Naranjo), con Chiapas o con el Golfo de México.
Durante el Preclásico Tardío ocurrió un cambio abrupto en Abaj Takalik, cuando se amplió la Terraza 2, con una enorme cantidad de construcciones nuevas. Las excavaciones en la Estructura 12 muestran que el fechamiento de este edificio corresponde completamente al Preclásico Tardío y principios del Clásico Temprano, que tuvo cuatro o cinco fases de renovación. La Estela 5, que registra la fecha 126 DC en el sistema calendárico maya, fue eregida en la base del graderío, durante una de las fases de reconstrucción del Preclásico Tardío. La evidencia de la Estructura 12 indica que la actividad del Preclásico Tardío estaba acompañada por la erección de monumentos de estilo maya.
La cerámica local mantuvo su evolución durante el Preclásico Tardío, lo que indicaría que la población que ya ocupaba el sitio seguía allí. Sin embargo, también es evidente que un complejo cerámico nuevo y diferente entró y se mezcló con el local. Este complejo cerámico del Preclásico Tardío, que representa la mezcla de dos componentes, se puede trazar hacia el sur, hasta el Río Ocosito y, por lo tanto, se le conoce como la Tradición Cerámica Ocosito. Esta cerámica estaba restringida al área norte de dicho río, mientras que el área al sur del río seguía dominada por la Tradición Cerámica Naranjo. Curiosamente, no hay evidencia de comunicación entre las poblaciones de Naranjo y Ocosito. El río aparentemente funcionó como una frontera tanto geográfica como cultural.
La cerámica intrusa que llegó a Abaj Takalik durante el Preclásico Tardío parece haber estado asociada a algún grupo que esculpía monumentos en estilo maya. Sería fácil concluir, por lo tanto, que Abaj Takalik fue conquistado por algún grupo maya. Sin embargo, también es posible que no haya existido conflicto alguno, y que más bien se haya producido algún convenio entre dos o más poblaciones en una zona que hacía posible el intercambio comercial, o la existencia de lazos políticos y económicos. En consecuencia, no es obligado atribuir los monumentos de estilo maya y la cerámica intrusa a una conquista. En vista de las esculturas de estilo maya, se puede considerar que los recién llegados pudieron haber sido hablantes mayas, aunque es igualmente probable que la población local también hubiera hablado maya y optado por registrar su historia de esa manera propia.
De cualquier modo, la evidencia sugiere que, durante el Preclásico Tardío, Abaj Takalik comenzó a funcionar como un centro regional mayor dentro de una red política de la Bocacosta. El sitio probablemente ejerció control político sobre centros subsidiarios y fácilmente pudo haber sido un nódulo principal en el intercambio económico a lo largo de la Bocacosta y del Altiplano Norte. La considerable actividad escultural que se realizó en Abaj Takalik indica que su posición se extendió y se inmortalizó en el arte monumental.

Evidencia de Intercambios en la Costa durante el Preclásico

La distribución de las grandes esculturas preclásicas de estilo maya y olmeca en la Costa Sur de Guatemala tuvo un patrón lineal a lo largo del pie de las montañas. También es digno de notarse que la distribución de las esculturas mayas es muy similar a la de los olmecas y que actualmente el camino sigue casi la misma dirección. Aunque se puede argumentar que esta área al pie de la montaña tiene gran cantidad de piedras de 'canto rodado' apropiadas para la escultura, mientras que no ocurre lo mismo con la planicie costera inferior, la distribución lineal inequívoca de los monumentos sugiere que, en el Preclásico, éstos marcaban una ruta de comunicación e intercambio. Adicionalmente, cada uno de estos sitios donde se encuentran los monumentos tiene una posición cercana a la de un pasaje montañoso que conecta la Costa con el Altiplano. Los monumentos olmecas se localizan en La Blanca, Abaj Takalik, San Antonio Suchitepéquez  y Amatitlán, en Guatemala; y Chalchuapa, en el occidente de El Salvador. De manera similar, las esculturas mayas se encuentran en los sitios El Jobo, Abaj Takalik, Chocolá, El Baúl, Kaminaljuyú y Chalchuapa.
La localización de los monumentos mayas difiere esencialmente de la de los olmecas, ya que la ruta maya se extiende por el Altiplano hasta el valle de Guatemala. Este valle está estratégicamente localizado, pues conecta la ruta de la Costa con la del valle del Motagua, región importante esta última por su yacimientos de obsidiana y jade. También es evidente que la ruta maya atravesó varias tradiciones cerámicas en la Costa y en el Altiplano. El hecho de que en el sur la ruta estuviera confinada a la zona de la Bocacosta, y que haya poca evidencia de comunicación entre estas poblaciones y las de la planicie costera, sugiere que el tráfico comercial que atravesaba la zona estaba controlado por las poblaciones de Ocosito y Achiguate. En efecto, la ruta maya y el comercio que llevaba pudieron haber sido un factor primario en la aparente integración de las áreas de Escuintla, del valle de Guatemala y del occidente de El Salvador, en lo que los arqueólogos llaman la Esfera Miraflores del Preclásico Tardío.
Como las poblaciones de la Tradición Naranjo no tenían acceso a la ruta, en la sección que se extendía a lo largo de la Bocacosta, ni a la participación en el comercio de la Esfera Miraflores, es muy probable que intercambiaran bienes por medio de los puertos. Varios sitios arqueológicos en la planicie costera sugieren que los antiguos asentamientos tuvieran esta función. El sitio de La Blanca, del Preclásico Medio, está localizado a 10 km del estuario donde desemboca el Río Naranjo en el Océano Pacífico, cuyo curso inferior todavía es navegable en la actualidad. Hacia el este se encuentra el sitio de Manchón, localizado cerca de manglares; se ha sugerido que este sitio funcionó como puerto a principios del Preclásico Medio.. El asentamiento preclásico tardío de Acapán, cerca de Champerico, tuvo carácter de puerto, como también el poblado clásico tardío de San José, cerca del puerto moderno que lleva el mismo nombre. La cerámica indica que todos estos lugares pertenecían a la Tradición Naranjo. El sitio de San José se encuentra en la región de la Tradición Achiguate, pero aparentemente fue construido por la gente de la Tradición Naranjo, después de que los pobladores pasaron a ocupar esta área. En contraste, el sitio clásico tardío Mi Cielo, localizado cerca de Iztapa, en la desembocadura del Río María Linda, indica que este lugar se mantuvo siempre en manos de la gente de la Tradición Achiguate.

Características Generales de los Períodos Preclásico Medio y Tardío

Las poblaciones asociadas a las diferentes tradiciones cerámicas del Preclásico difieren en muchos detalles, como estilo escultórico, cerámica, lazos de intercambio, avíos religiosos, etcétera, pero algunos rasgos son compartidos por todas. Algunos de éstos se resumen a continuación.
Arquitectura
Los sitios a lo largo de la planicie costera y de la Bocacosta están localizados en terreno abierto, sin defensas artificiales o naturales. Usualmente, se identifican porque tienen un plano formal de montículos, arreglados alrededor de una plaza angosta y larga, orientada de norte a sur. Por lo general, una sola estructura prominente cierra el extremo de la plaza. Los dos lados largos de ésta están marcados por unidades que se orientan de este a oeste. En ocasiones, la plaza principal tiene otras paralelas, cada una delimitada por montículos.
Las subestructuras estaban hechas principalmente de tierra, en especial en la planicie costera inferior, que no tiene mucha piedra disponible. En la Bocacosta, donde los ríos son más profundos y depositan piedras de 'canto rodado' antes de llegar a la planicie, usualmente se utilizaron guijarros no trabajados como parte del material de las plataformas. Por lo general, las subestructuras se modelaban según se deseara y después se cubría la superficie con una capa delgada de argamasa de barro. Trazos de pintura roja, naranja, amarilla, azul-verde o negro, muestran que la arquitectura estuvo decorada. Templos y casas de postes y paja se erigían sobre las subestructuras de tierra; las paredes de calicanto probablemente eran más comunes en las elevaciones mayores de la Costa. En la Costa Sur no se usó durante el Preclásico la piedra cortada, el estuco o mortero, ni adobe modelado para la ornamentación.
En el Período Preclásico tampoco se conocieron canchas del juego de pelota, excepto por una posible cancha de barro, que ha sido relacionada con el Preclásico Medio, en Abaj Takalik.
Entierros
En el Preclásico Medio eran característicos los entierros extendidos, los cuales continuaron a lo largo de la Costa Sur durante el Preclásico Tardío. La costumbre de enterrar a los muertos en urnas funerarias se volvió común en la región cercana a la frontera mexicana, según se puede notar en El Sitio y El Jobo, que no son típicos de la Tradición Naranjo y, por lo tanto, la práctica pudo reflejar la presencia de una población más cercana a Chiapas o a cualquier otra parte de México, que a la Costa Sur de Guatemala. Estos entierros se colocaban debajo de los pisos de las estructuras existentes y se utilizaban urnas de barro hechas especialmente para el difunto. El cuerpo se flexionaba y se colocaba en posición fetal dentro de la urna, y sobre ésta se invertía otra vasija que funcionaba como tapadera.
Esculturas
Ya se analizaron antes la distribución de las esculturas y pinturas no-portátiles del Preclásico Medio y de origen olmeca, así como la de los monumentos mayas del Preclásico Tardío.
Las esculturas de 'barrigones', fechadas en su mayoría dentro del Preclásico Tardío, se encuentran en grandes cantidades en el Departamento de Escuintla y son características de las tradiciones cerámicas Achiguate y Ocosito. Se hallan distribuidas hacia el oeste, a lo largo de la Bocacosta, hasta Chiapas, México, y al este, hasta Santa Leticia, en El Salvador, y Copán, en Honduras. Hay una concentración de dichos monumentos en el sitio Monte Alto, que parece haber funcionado como el centro de ese culto religioso.
En el Preclásico Medio y, de modo continuo, en el Preclásico Tardío y en el Clásico, se erigieron estelas lisas en muchos de los asentamientos grandes; por lo común eran secciones no labradas de basalto columnar. Shook cree que un alineamiento de estelas simples en Monte Alto pudo haber funcionado como un observatorio astronómico dedicado a registrar amaneceres y llevar la cuenta del año agrícola. Estas estelas simples se asocian a las tradiciones cerámicas Achiguate y Ocosito, aunque se han reportado varias en el área de Retalhuleu, que pertenecen a la Tradición Naranjo. La falta de estelas y grandes monumentos de piedra en los sitios de la Tradición Naranjo, pudo haber sido el resultado de la falta de piedra para esculpir.
Las esculturas de pedestal son comunes en la mayor parte de la Costa Sur, y están asociadas al Preclásico Medio, al Tardío, y probablemente continuaron en los Períodos Clásico y Postclásico, con algunos cambios. Por lo general, son representaciones de jaguares sentados, monos, pizotes, pájaros o figuras antropomorfas, colocadas sobre una espiga que se insertaba en el piso. El hecho de que fueran portátiles explica su amplia distribución en la Costa Sur. Las piedras hongo, que son tan comunes en asociación con el Preclásico en el Altiplano de Guatemala, son escasas o están ausentes en la Costa Sur hasta el Clásico Tardío.

Transición del Preclásico al Clásico Temprano

A finales del Preclásico se registraron varios cambios en la Costa Sur. La población asociada con la Tradición Cerámica Ocosito había extendido sus fronteras más allá del Río Ocosito hasta el Río Samalá, hacia el este. A lo largo de la planicie costera, al sur del Río Ocosito, grupos asociados a la Tradición Cerámica Naranjo habían llegado a lugares tan lejanos como el Río Acomé, en el Departamento de Escuintla. En su reconocimiento del área a lo largo de la frontera entre México y Guatemala y en la vertiente del Río Naranjo, Shook no encontró material del Clásico Temprano, pero en cambio, recogió evidencias de que todos los lugares preclásicos que examinó habían sido abandonados al principio del Clásico Temprano.
La población asociada a la Tradición Cerámica Naranjo se estableció en el área situada al este del Río Ocosito. Uno de los centros principales del Clásico Temprano era Sin Cabezas, localizado en la región de Tiquisate, entre los ríos Nahualate y Madre Vieja. Sin embargo, los pobladores ya se habían mudado a lugares tan lejanos como Marinalá, cerca del poblado La Gomera. Este territorio había estado antes en manos de la población de la Tradición Cerámica Achiguate, la cual se mudó después más allá del Río Acomé. Es evidente que existió cierta hostilidad entre estos dos grupos, lo que se deduce de la existencia de un centro fortificado, el de Balberta, construido por la gente de Achiguate. En Marinalá, la estructura defensiva fue erigida por los habitantes asociados con la tradición Naranjo, y hay indicaciones de que las dos poblaciones tuvieron un conflicto armado. Por lo tanto, parece que la población Achiguate prefirió quedarse y pelear, antes que retirarse completamente del área. Sin embargo, en la segunda mitad del Clásico Temprano, los grupos de la población Achiguate parecen haber sido derrotados por los de Naranjo.
Otro hecho notable ocurrido a finales del Preclásico Tardío fue la desintegración de la Esfera Miraflores. El análisis cerámico de los sitios Kaminaljuyú, Monte Alto y los del occidente de El Salvador, todos los cuales formaban la Esfera Miraflores, indica que la red de intercambio, que se había mantenido durante el Preclásico Tardío, ya se había disuelto. Aparentemente, cada uno de estos complejos empezó a evolucionar en forma separada. Se han propuesto varias explicaciones sobre la desintegración de la Esfera Miraflores. En una se indica que se produjo por una o varias erupciones del Volcán Ilopango, en El Salvador, alrededor del año 200 DC. Estas erupciones cubrieron el área con una capa gruesa de ceniza, la cual pudo haber causado un colapso agrícola, así como cambios demográficos e interrupciones en las relaciones de intercambio y en las vías de comunicación. No se sabe con certeza si tal fue la causa de la desintegración de la Esfera Miraflores, pero posiblemente ello pudo haber acelerado el proceso.
Un hecho que indudablemente afectó el curso de los acontecimientos, a finales del Preclásico, fue el ingreso al área de un grupo expansionista del Altiplano Noroccidental, el cual se apoderó de los actuales Departamentos de Chimaltenango y Sacatepéquez, así como del valle de Guatemala. La población preclásica de Kaminaljuyú aparentemente huyó del área conforme se producía la invasión de aquel grupo. Se ha sugerido que dicha población intrusa pretendía dominar la ruta de intercambio que existía entre el Altiplano y la Costa, y que una vez establecida en Kaminaljuyú, logró obtener el control de la vía entre Escuintla y el valle de Guatemala. Estos hechos, agregados a una serie de desastres naturales que pudieron haber causado cambios en la comunicación, se evidencian en el registro arqueológico de la Costa Sur, en a la última parte del Preclásico Tardío. Posteriormente, a principios del Clásico Temprano, la cerámica asociada al nuevo grupo de Kaminaljuyú se puede encontrar en los sitios Monte Alto y Bilbao, lo que indica que habían comenzado los intercambios con la población de Achiguate. La comunicación de la población de Naranjo con este nuevo grupo es menos evidente.
En resumen, se pueden observar dos grandes cambios en la transición del Período Preclásico Tardío al Clásico Temprano, en la Costa Sur de Guatemala. El primero de ellos fue la expansión de los grupos de la Tradición Naranjo en el territorio de la Tradición Achiguate, lo que produjo una serie de conflictos entre estos dos grupos. El segundo cambio fue la desintegración de la red de intercambio entre los miembros de la Esfera Miraflores. Este fenómeno pudo haber resultado de las invasiones de los nuevos grupos al valle de Guatemala, los que empezaron a dominar las rutas de comercio entre el Altiplano y la Costa. Es posible que las erupciones del Ilopango pudieran haber contribuido a acelerar los cambios demográficos y agrícolas.

Transformaciones en el Clásico Temprano (200-550 DC)


Las Tradiciones Cerámicas Achiguate y Naranjo

Durante la primera parte del Clásico Temprano (200-400 DC), continuaron ocupados los sitios de la Tradición Achiguate, y se emprendió una extensa tarea de construcción. Por lo menos un centro, Balberta, se fortificó. La cerámica Achiguate evolucionó localmente a partir de sus antecedentes preclásicos, pero con marcado deterioro en su calidad. El culto de los 'barrigones' parece haber continuado en Monte Alto. Ya se había iniciado el intercambio entre los grupos de Achiguate y la nueva población establecida en el valle de Guatemala. Simultáneamente, la población Naranjo ocupaba el área de la Costa, hasta el Río Acomé. Al principio, durante el Preclásico Tardío, estos grupos se establecieron en el centro Sin Cabezas, en la región de Tiquisate, y de allí avanzaron hasta el área de La Gomera. Aunque la cerámica no muestra relaciones con el Altiplano, se sabe que utilizaron obsidiana tanto de El Chayal como de San Martín Jilotepeque, lo que indica algún tipo de acceso a los recursos del Altiplano.
En la segunda mitad del Clásico Temprano (400-550 DC) ocurrieron importantes cambios. Fueron abandonados los sitios de la Tradición Achiguate, inclusive Monte Alto y Balberta. El intercambio entre esta región de la Costa y Kaminaljuyú cesó brevemente. Se fundaron nuevos centros, y desde esta época hasta finales del Clásico Tardío, la cerámica de la Tradición Naranjo se difundió en la región costera. Todavía no está claro hasta qué punto la población Achiguate huyó del área o se quedó sujeta al nuevo orden. Durante el Clásico Tardío la cerámica de ambas tradiciones se encuentra mezclada, lo que indicaría que, por lo menos, parte de la población se quedó en el área, aun después de que se instalaron los grupos de la Tradición Naranjo.
En una región restringida alrededor del sitio Balberta, al este del Río Coyolate, Bove dirigió un reconocimiento intensivo del que se obtuvieron diversos resultados. Los cambios evidentes en el patrón de asentamiento respaldan los observados en las tradiciones cerámicas, e indican que ocurrió una ruptura en el área de Balberta, alrededor de la segunda mitad del Clásico Tardío. El aumento en la densidad de centros, a finales del Preclásico Tardío y principios del Clásico Temprano, sugiere que grupos relacionados con la Tradición Achiguate estaban concentrándose en el área, probablemente por la expansión de la población Naranjo, que los estaba expulsando hacia el oeste de su territorio. Un período de grandes trastornos pudo haber seguido durante la segunda mitad del Clásico Temprano.
Cuando los pobladores de Naranjo entraron en el territorio, portaban consigo una nueva religión. En aquella coyuntura, Monte Alto, el centro Achiguate más importante en el culto de los 'barrigones', ya había sido abandonado, y cesó la producción de estas esculturas. La adopción de una nueva religión se hace evidente en el gran número de incensarios de estilo Teotihuacan, que se encontraron en el área entre los ríos Nahualate y Achiguate, lo que indica que la nueva religión estaba relacionada con la de la zona central de México. El gran número de estos incensarios, encontrados en Río Seco, sugiere que este sitio pudo haber asumido el papel de Monte Alto, como el centro religioso. Los incensarios son muy parecidos a los de Teotihuacan, pero fueron fabricados localmente dentro de la Tradición Cerámica Naranjo; los moldes respectivos se han recobrado en el área de Tiquisate. Abunda la cerámica para la élite, estilo Teotihuacan, e incluye trípodes cilíndricos, picheles y 'candeleros' (nombre aplicado a unos recipientes pequeños con un hoyo del tamaño de un dedo). Estos objetos muestran que la cultura teotihuacana fue emulada por el estrato superior de la jerarquía social del Grupo Naranjo.
La población de la Tradición Naranjo dominó la Costa durante el resto del Clásico Temprano, pero parece haber tenido poco contacto con el Altiplano. No intercambiaba cerámica y, aunque hay estilos teotihuacanos presentes en Kaminaljuyú, éstos se encuentran en diferente contexto que los de la Costa. En Kaminaljuyú, los estilos se limitan a un ámbito secular, y entre ellos se pueden citar vasijas y arquitectura con el elemento talud-tablero, ambos asociados con el grupo de élite. Los estilos teotihuacanos en la Costa Sur se enfocaban más al sistema de creencias y a la actividad ritual. Sin embargo, en ambas áreas, los estilos probablemente reflejaron la necesidad del grupo invasor de reforzar su posición social.
La Tradición Cerámica Ocosito
En el gran centro Abaj Takalik, la Tradición Cerámica Ocosito continuó restringida a la región limitada por el Río Ocosito, al sur, el Río Naranjo, al oeste y el Río Samalá, al este. No se han podido localizar centros del Clásico Temprano en la desembocadura del Río Naranjo, o en el área al sur del Río Ocosito. Tampoco está claro hasta qué punto había contacto entre Ocosito y Teotihuacan. Abaj Takalik parece haber mantenido cierto grado de comunicación con el Altiplano, al norte, específicamente con los actuales Departamentos de Quetzaltenango y Quiché.

Características Generales del Clásico Temprano


Arquitectura

En muchas áreas se dificulta definir las estructuras del Clásico Temprano porque yacen bajo los niveles de una ocupación tan densa como la del Clásico Tardío. Shook encontró que en el área de Tiquisate la manera de construcción era similar a la de épocas más tardías. Típicamente, en esta área la construcción consistía de un relleno de tierra recubierto con piso de barro y argamasa, por lo común con una capa de pintura roja. En los sitios de las tradiciones Naranjo y Achiguate es difícil discernir la forma, evidentemente perecedera, de las estructuras que se construyeron sobre las plataformas.
Entierros
Los cuerpos se colocaban extendidos. Los que se encontraron en las áreas de Tiquisate y La Gomera fueron enterrados en el relleno de las estructuras piramidales y las plataformas, debajo de los pisos de las viviendas, o en áreas abiertas alejadas de las estructuras. Las ofrendas se colocaban alrededor de la cabeza, o, en el caso de los personajes de la élite, alrededor de todo el cuerpo. En Tiquisate se han encontrado entierros múltiples en una misma tumba. Una de éstas contenía dos cuerpos extendidos, acompañados por uno sentado.
Escultura
Las únicas esculturas conocidas en la Costa Sur pertenecientes al Clásico Temprano son las que provienen del sitio La Ceiba, en el área de Tiquisate. Se encontraron cinco, cuya cerámica asociada indica que pertenecían a la última parte de dicho período. Las esculturas son pequeñas, portátiles y un tanto toscas. El rostro del personaje es plano, y la nariz, ojos y boca están bien definidos. Los brazos y las piernas son muy delgados. Este estilo es muy diferente al de estilos anteriores y posteriores que se encuentran en la Costa y en otras áreas.
Cerámica
La primera parte del Clásico Temprano está definida por cuencos con tres o cuatro soportes mamiformes; cuencos con pestaña basal; platos tetrápodes, con soportes largos y huecos; cuencos profundos, o poco profundos con base anular o pedestal; vajilla Tiquisate; vasijas con vertedera en forma de puente; y cuencos hondos en forma de 'casco'. Frecuentemente se aplicaba una capa de estuco a la superficie de la vasija. No se ha encontrado decoración de la técnica Usulután, ni figurillas.
Respecto de la segunda parte del Clásico Temprano, se puede observar una fuerte influencia teotihuacana en los estilos cerámicos, lo que incluye vasijas trípodes cilíndricas, tapaderas truncadas y soportes redondeados o rectangulares. También hay incensarios estilo Teotihuacan, candeleros y picheles. No hay figurillas.

Período Clásico Tardío (550-900 DC)

En contraste con el Clásico Temprano, el Clásico Tardío tuvo la más alta densidad de asentamientos en la Costa Sur. Además de su aumento numérico y su tamaño, el mayor cambio se refiere a un contacto más intenso entre las diferentes regiones de la Costa y también entre estos lugares y el Altiplano. Se construyeron varios centros mayores, y muchos de los sitios que habían sido abandonados durante el Clásico Temprano se reocuparon y se agregaron nuevos edificios. Repentinamente aparecieron nuevos estilos en la cerámica, en la arquitectura y en los objetos rituales.
En Abaj Takalik, aparentemente continuaba la misma ocupación, aunque las investigaciones en relación con el período citado todavía están en proceso. Sin embargo, está claro que había una gran población en el centro y que, durante el Clásico Tardío, se emprendió una extensa labor de construcción. Hay evidencia de que en dicho período todavía se daba la Tradición Achiguate en la parte este de la Costa. Pequeños grupos de esta tradición ocuparon los sitios Monte Alto y Mi Cielo.
En el Departamento de Escuintla se encuentra un gran número de sitios del Clásico Tardío. En la región de Tiquisate, Bove investigó, y clasificó jerárquicamente, un total de 25 sitios. El más extenso, Ixtepeque, cubre100 hectáreas y probablemente funcionó como capital regional. Los otros 24 sitios varían en tamaño, entre 0.4 a 9 hectáreas. La cerámica que se ha encontrado en éstos deriva de la anterior Tradición Naranjo.
El sitio Sin Cabezas, nombrado así por la presencia de 'barrigones' arrodillados, que no tienen la cabeza, fue reocupado en el Clásico Tardío. Aunque las esculturas tienen fechas del Preclásico, se desconoce su proveniencia original y la fecha en que se les despojó de las cabezas. Las esculturas se colocaron en el lugar cuando se erigieron los edificios del Clásico Tardío, precisamente donde fueron descubiertos por Shook, en 1949.
En el área de La Gomera, el gran sitio Texas pudo haber sido otra capital regional. En la región de Santa Lucía Cotzumalguapa, los sitios de El Baúl, Bilbao y El Castillo, formaban un centro grande e importante, que probablemente era otra capital regional. Este centro es particularmente notable por la gran cantidad de esculturas hechas en un estilo 'mexicano' del Clásico Tardío, el cual se conoce como estilo Mixteca-Puebla. Estas esculturas dan la impresión de que anteriormente hubo un período violento y bélico. En vista de la subsecuente prosperidad del centro, se supone que su desarrollo culminó con su propia victoria y un nuevo florecimiento.
El centro Bilbao-El Baúl estuvo ocupado por gente de la Tradición Achiguate, durante el Preclásico y la primera parte del Clásico Temprano. Parece que fue abandonado a finales del período. La mayor ocupación ocurrió en el Clásico Tardío. En relación con esta época hay cerámica de la Tradición Achiguate, mezclada con la de la Tradición Naranjo. En esa época entró al complejo una afluencia de cerámica del Altiplano, específicamente del área de Chimaltenango. Con respecto a esto, es interesante notar que investigaciones recientes realizadas por Geoffrey Braswell, sugieren que el estilo escultórico de Cotzumalguapa, asociado con Bilbao, El Baúl y El Castillo, tiene antecedentes del Clásico Temprano en el Departamento de Chimaltenango. Esto parece indicar que el grupo del Altiplano jugó un papel importante en el crecimiento y desarrollo de Bilbao-El Baúl.
Una vista general demuestra, en resumen, que el principio del Clásico Tardío fue una época de conflicto, seguida por un lapso en que grandes partes de la Costa Sur se unificaron culturalmente, lo cual se evidencia por medio de la cerámica, pero quizás tal unificación no se produjo en el orden político. Se establecieron varias capitales regionales, de las cuales la mayor parece haber sido la de Bilbao-El Baúl, las que aparentemente mantuvieron relaciones amistosas durante el resto del Clásico Tardío.

Características Generales del Clásico Tardío


Arquitectura

En el Clásico Tardío se adoptaron nuevos patrones de asentamiento. Fue típica de este período la construcción de una estructura grande, tipo acrópolis, al sur de la plaza central. Por lo menos, un montículo grande y alargado cubre un lado de la plaza. A veces se incluían canchas de juego de pelota, pero no fueron tan comunes en la Costa como en el Altiplano.
La construcción en la zona de la Bocacosta, donde se dispone de guijarros del río, normalmente consiste de un relleno de piedras y tierra, sostenido por paredes de 'cantos rodados'. En la costa aluvial, las estructuras se construyeron completamente de tierra, con paredes y terracerías aplanadas, y una cubierta de barro café. Un ejemplo único de construcción en la Costa Sur de Guatemala fue observado por Shook en Los Limones, cerca de la frontera mexicana. Allí, los núcleos de las estructuras estaban hechos de tierra, retenidos por 'cantos rodados', cuidadosamente seleccionados y cubiertos con cal, y las paredes se recubrieron con estuco. La cal que se utilizaba era de excelente calidad y se obtenía de la quema de grandes cantidades de conchas. Se hacía una argamasa fina con los residuos de las conchas y arena de río.
Entierros
En raras ocasiones se hacían los entierros en cámaras alineadas con piedras, con el cuerpo sentado, y las piernas cruzadas. Sin embargo, más frecuentemente el cuerpo estaba flexionado y sentado dentro de una urna funeraria. Se colocaban ofrendas pequeñas alrededor de la urna. Este tipo de entierros se ha encontrado dentro del relleno de estructuras religiosas y administrativas, debajo de los pisos de casas o en cementerios en las afueras de los asentamientos. Probablemente, eran comunes los cementerios formales, pero en la actualidad sólo se conocen tres ejemplos, que fueron descubiertos por accidente, al efectuar construcciones modernas.
Esculturas
Hubo diferentes tipos de esculturas en la Costa Sur. Las de estilo Cotzumalguapa, están muy concentradas en los sitios El Baúl y Bilbao, pero hay también por todo el Departamento de Escuintla, y se encuentran hasta en Palo Gordo y San José El Idolo, en el Departamento de Suchitepéquez. Se trata de un estilo tardío de escultura, probablemente una versión temprana del estilo Mixteca-Puebla. También están presentes los yugos y hachas que indican algún tipo de relación con la Costa del Golfo, en México. En el Clásico Tardío se continuó la producción de piedras hongo, tanto en la Costa Sur como en el área del Altiplano adyacente. Las piedras hongo se han encontrado, en un contexto Clásico Tardío, en el área de Tiquisate y El Baúl. En el fuste o tallo de estas esculturas, se reproducen, por lo general, figuras antropomorfas, jaguares, sapos o pájaros. El contexto en el que se han encontrado estas esculturas sugiere que probablemente eran marcadores portátiles, utilizados para designar límites de propiedad. También pudieron haber servido para marcar las fronteras de un área, para un juego o para realizar alguna actividad ceremonial.
Cerámica
En la cerámica se observan nuevas modalidades, que incluyen platos trípodes con soportes planos, vasijas cilíndricas altas y urnas funerarias. Desapareció la influencia teotihuacana en la cerámica. Al principio del período se dieron por primera vez husos de barro y figurillas hechas con molde. A finales del período apareció una nueva vajilla, Plomizo San Juan, manufacturada en el área del Río Naranjo. En su tipología se agregan instrumentos musicales de barro, entre los que figuran tambores, campanas, ocarinas y figurillas silbato.

El Colapso en la Costa Sur (c 900 DC)

Es evidente que a finales del Clásico Tardío ocurrieron cambios radicales en la Costa Sur. El más obvio fue el abandono casi completo de la mayoría de las ciudades, pueblos y aldeas, y la reubicación de la disminuida población en otras áreas de la Costa. La región parece haber sufrido un colapso similar al de las Tierras Bajas del norte. Sin embargo, no hay evidencia arqueológica de que en la Costa Sur se hayan dado excesivas presiones demográficas, acompañadas por degradación ecológica, desorden social o invasión extranjera.
El colapso en las postrimerías del Clásico fue obviamente extenso, ya que ocurrió en Petén, la parte central de la Península de Yucatán, Chiapas, Quiriguá y Copán, todos, lugares situados en la región sureste maya, como también en el Altiplano Central de Guatemala y la Costa Sur. El hecho de que la crisis de estos centros haya sido tan drástica y que, además, haya ocurrido casi simultáneamente en todos, indica que estaban relacionados y que no hubo una causa simple. Es evidente que por toda la región la población alcanzó niveles muy altos, y que para su supervivencia era necesaria una producción intensiva de alimentos y su intercambio a larga distancia, una organización sociopolítica más burocrática para administrar el sistema, y todo ello hace suponer una complejidad enorme. Con base en los argumentos de Joseph A. Tainter se puede inferir que el costo de mantener un sistema tan complejo salía excesivamente caro: mientras que las demandas aumentaban, los beneficios disminuían. Cuando los centros más débiles ya no pudieron mantenerse dentro de tal sistema, se creó un efecto de dominó, que causó más tensión en los sitios mayores, hasta que la tendencia hacia el colapso se hizo irreversible. La desintegración de la red de intercambio fue, por cierto, uno de los resultados que tuvo efectos más drásticos en la Costa Sur.

Período Postclásico (900-1525 DC)

Desafortunadamente, hay muy poca información sobre el Postclásico Temprano (900-1250 DC), quizás porque en su mayor parte los sitios ya habían sido abandonados en dicha época. Tampoco está claro si mantuvieron su desarrollo las tradiciones cerámicas Achiguate y Naranjo; si se modificaron o simplemente desaparecieron. Es evidente, sin embargo, que la cerámica quiché postclásica entró vigorosamente en la Tradición Ocosito, de la región de Abaj Takalik, y que se hizo presente en la parte occidental de la Costa. La evidencia arqueológica, por lo tanto, coincide con la etnohistoria en cuanto a que los quichés (k'ich'es) conquistaron esta parte de la Costa, aunque las fechas todavía son especulativas.
En vista del hecho de que el Postclásico Temprano es un período escasamente representado en la región, se hace referencia al sitio Tajumulco, en el Departamento de San Marcos. Se ubica arriba de los límites que se utilizan para definir a la Costa Sur, pero es uno de los mejores ejemplos que se tienen sobre la ocupación del Postclásico Temprano. En 1938 y 1939, el sitio Tajumulco fue investigado por Bertha P. Dutton y Hulda R. Hobbs, quienes lo consideraron como un sitio característico de Chiapas y del Altiplano Occidental de Guatemala. Las esculturas muestran tanto influencia mexicana como maya, pero claramente tienen un estilo local que se caracterizaba por caras cuadradas y rasgos pesados. Más del 50% de las vasijas recogidas en las excavaciones pertenecen a la vajilla Plomizo Tohil, que es una cerámica característica del Postclásico Temprano. Esta vajilla se asocia con el modelado de efigies de dioses mexicanos en las vasijas. Tajumulco representa un complejo que no se derivó de las tradiciones cerámicas Naranjo, Ocosito o Achiguate, y aparentemente no sobrevivió en el Postclásico Tardío (1250-1525 DC).
Los asentamientos de la Costa Sur fueron un poco más numerosos en el Postclásico Tardío que durante la primera parte del Postclásico. Varios sitios del Postclásico Tardío se localizan en la región cercana a la desembocadura del Río Naranjo y en Variedades, cerca de Río Bravo. Bove descubrió un sitio postclásico tardío en el área de Escuintla, el cual se conoce con el nombre Carolina.
En general, la Costa Sur parece haber caído durante el Postclásico bajo el dominio de las poblaciones del Altiplano. En Abaj Takalik, la población continuó igual a la de tiempos anteriores; sin embargo, la evidencia indica que hubo una intrusión de la cerámica postclásica del Altiplano quiché en el complejo local. Esto también es cierto para los sitios postclásicos del área de la desembocadura del Río Naranjo.
En 1615, Fray Juan de Torquemada se refirió a migraciones prehispánicas emprendidas por los pipiles desde México, a través de la Costa Sur de Guatemala, hasta el occidente de El Salvador. Los lingüistas han establecido que el nahua apareció en México no antes de 1000 DC, lo que significa que, si la información de Torquemada era correcta, las migraciones a lo largo de la Costa Sur no pudieron haber ocurrido antes del Postclásico. Thompson sugirió que El Baúl y Bilbao fueron ocupados por un grupo nahua, pero estos lugares ya habían sido abandonados en el Postclásico Temprano. Se sabe que en la época de la conquista española, una población pipil ocupaba la región donde actualmente se localiza la ciudad de Escuintla. Sin embargo, hasta la fecha no existe en el área un sitio asociado con cerámica pipil, aunque en el occidente de El Salvador abunda este tipo de cerámica.
En la época de la conquista española, cada uno de los grupos lingüísticos mayores del Altiplano controlaba una parte de la Costa. Los cakchiqueles (kaqchikeles) probablemente dominaban toda la región de Cotzumalguapa y Siquinalá, hacia el sur de su propio territorio, excepto los alrededores de Escuintla, que aparentemente estaban en manos de los pipiles, con quienes los cakchiqueles se encontraban en conflicto. Los tzutujiles (tz'utujiles) han sostenido que tenían derechos de propiedad en cacaotales de la Bocacosta, al sur del Lago de Atitlán, en lo que actualmente es el Departamento de Suchitepéquez, en un área comprendida entre los territorios controlados por los cakchiqueles y los quichés.

Características Generales del Postclásico


Arquitectura

Muy poco se sabe acerca de la arquitectura y de los patrones de poblamiento en la Costa Sur de Guatemala. Aparentemente, los asentamientos del Postclásico Temprano y Tardío estaban localizados en áreas abiertas, sin defensa alguna. En la Costa esto pudo ocurrir por la falta de barrancos, como los que rodeaban los sitios defensivos del Postclásico en el Altiplano. Sin embargo, según Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, cuando Alvarado y sus soldados llegaron a Escuintla, en 1524, encontraron un bosque denso que hacía la entrada al pueblo casi imposible. Más adelante, conforme Alvarado se acercaba a Taxisco, en el sureste de Escuintla, encontró los caminos bloqueados. La gente del pueblo había dejado flechas en el camino, como símbolo de hostilidad y para prevenir la entrada de los conquistadores en su territorio.

Entierros

La única información que se tiene sobre entierros del Postclásico Tardío proviene de Tajumulco, pero no se sabe si éstos serían del mismo tipo de los que se dieron en la Costa Sur. En Tajumulco, los individuos importantes se enterraban en posición extendida, en una cripta cubierta con losas de piedra. En el Postclásico Tardío, el método más común en el Altiplano, y probablemente en la Costa Sur también, era la cremación de los cuerpos. Las cenizas se colocaban en un recipiente especial de entierro.
Escultura
Las únicas esculturas que claramente pertenecen al Postclásico son las del sitio Tajumulco. En el presente no se conocen otras en la Costa Sur.
Cerámica
Tanto en la Costa Sur como en el Altiplano, las principales vajillas características del Postclásico Temprano son las del tipo Plomizo Tohil y Naranja Fina X. Una forma típica de las vasijas de varias vajillas es el vaso tipo 'lámpara de chimenea'. En el Postclásico Tardío se incluyen molcajetes con soportes en forma de una cabeza de ave, comales planos con impresiones de textiles en el fondo, y una vajilla gris o color carne con diseños rojos.
Fte: Marion Popenoe De Hatch y Edwin M. Shook