Es lamentable que los pipiles hayan sido casi olvidados en las investigaciones sobre la prehistoria e historia de Guatemala. Por lo general, se mencionan simplemente como un pueblo extinguido del que se sabe muy poco. El nacionalismo guatemalteco se identifica más con lo maya, y, por lo tanto, los estudios sobre los pipiles han sido relegados a un segundo plano.
En El Salvador, el patrimonio pipil ha sido reconocido y aceptado más ampliamente, pero la investigación sobre ese pueblo se ha hecho difícil porque no se ha aplicado una metodología adecuada que combine los métodos de
Este ensayo trata de presentar un resumen de la cultura pipil en Guatemala y El Salvador en la época de la conquista española. Los pipiles fueron grupos de lengua náhuat cuyos antepasados se trasladaron de México a Centro América en una serie de migraciones realizadas del siglo X al XIII. En la época de
Las Migraciones
Desde mediados del siglo pasado los estudiosos han abordado el problema de la reconstrucción histórica de las migraciones pipiles. Estos intentos tempranos de resolver dicho problema se basaron principalmente en los datos históricos y lingüísticos, pero estuvieron limitados por la falta de datos arqueológicos pertinentes. Posteriormente, después de lograr un entendimiento básico de las secuencias culturales prehispánicas deEl siguiente resumen se basa en una correlación de datos históricos, lingüísticos y arqueológicos, los cuales se han presentado en detalle en otra parte. Hay que hacer hincapié en que todavía faltan muchos datos necesarios para desenredar el complejo problema planteado.
La gran metrópoli de Teotihuacan, en el altiplano central de México, obviamente tuvo influencias en el sudeste de Mesoamérica, durante el Período Clásico Medio (400-700 DC), pero los pipiles arribaron a Centro América en una época posterior al auge de aquella urbe. Por lo tanto, aunque es posible que el colapso de Teotihuacan causara movimientos de grupos de lengua náhuat, es muy dudoso que éstos hubieran podido llegar a Centro América, como mantuvieron Stephan F. de Borhegyi y Wigberto Jiménez Moreno. Es preciso mencionar también que ni siquiera se ha demostrado que se habló el náhuat en Teotihuacan durante el Clásico. Los intentos de vincular a los pipiles con Teotihuacan son, pues, engañosos. Al contrario de muchas aseveraciones, la cultura o estilo artístico de Santa Lucía Cotzumalguapa, del Clásico Tardío (700-900 DC, Ilustraciones 80-84), no tiene nada que ver con los pipiles. Este error tuvo su origen en el hecho de que Cotzumalguapa fue una zona predominantemente pipil en la época colonial. Los elementos iconográficos de la escultura de Cotzumalguapa sí reflejan influencias del altiplano central y de
Las primeras migraciones pipiles que llegaron a Centro América deben fecharse en el Postclásico Temprano (900-1200 DC), y estuvieron íntimamente vinculadas al pueblo tolteca en México. Durante la primera parte de ese período se produjeron asentamientos en El Salvador, como Cihuatán y Santa María, en la cuenca de El Paraíso o región Cerrón Grande, los cuales tienen un complejo cultural fuertemente asociado con el de Tula, Hidalgo, durante
Es preciso señalar que no hay ningún indicio, en
Si se toma en cuenta la ausencia general de asentamientos en
Aunque se suele decir que la 'diáspora' de los toltecas, a mediados del siglo XIII, provocó la última serie de migraciones pipiles, y especialmente la llegada de los pipiles nonoalcas a El Salvador, se carece de la evidencia arqueológica que confirme la migración de los nonoalcas a Centro América. La principal evidencia que apoya esta tradición es de naturaleza toponímica y consiste de algunos paralelos llamativos entre la región nonohualca de Puebla, México, y las zonas central y occidental de El Salvador. Aunque estos paralelos son intrigantes, es igualmente posible que los antecesores de los grupos pipiles que los españoles encontraron en El Salvador, en el siglo XVI, hubieran estado allí desde el Postclásico Temprano. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que los nonoalcas penetraran en territorio de El Salvador en el siglo XIII. Es posible que Cuscatlán, uno de los 'Estados' más poderosos en la periferia sudeste de Mesoamérica, fuera un centro nonoalca. En su reconocimiento de la zona del Antiguo Cuscatlán, probablemente la verdadera ubicación de Cuscatlán, Paul Amaroli encontró restos de asentamientos fechados en el contexto del Postclásico Tardío, pero ninguna evidencia de ocupación durante el período anterior.
Estructura Social
El siguiente resumen de la estructura social de los pipiles se basa en los datos etnohistóricos presentados por William R. Fowler, Jr. Las fuentes principales son Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán y Diego García de Palacio.La sociedad pipil se dividía en tres estamentos o estratos: nobles, plebeyos y esclavos. La afiliación a cada uno era por lo general hereditaria, pero los cargos de alto rango requerían confirmación. Era posible la movilidad ascendente a través de la realización de hazañas guerreras: un plebeyo podía distinguirse en la guerra y lograr la condición de noble. Los nobles tenían altos puestos políticos o religiosos. Fueron caciques, miembros del tatoque (consejo), capitanes de guerra y sacerdotes. Los plebeyos eran agricultores, cazadores, pescadores, soldados, comerciantes y artesanos. A los esclavos, generalmente cautivos de guerra, se les usaba como mano de obra, y a menudo fueron víctimas de sacrificio.
Los linajes nobles eran un rasgo importante de la estructura social de los pipiles. El mismo nombre pipil, del náhuat pipiltin, plural de pilli (noble), debe entenderse como una referencia a los linajes nobles. Tal como en el centro de México, los linajes nobles de los pipiles tenían funciones económicas y políticas que desempeñaban un papel esencial en la estratificación social. El jefe titular controlaba las tierras del linaje como propiedad corporativa, las cuales distribuía entre los nobles y plebeyos que dependían de él a cambio de tributo y servicio personal.
Parece que en muchos casos los linajes nobles entre los pipiles coincidían con los calpultin. El término calpulli tenía muchos significados entre los antiguos pueblos mexicanos. Generalmente un calpulli era una unidad político administrativa de tamaño variable, que no necesariamente estaba asociada al parentesco. En la región toltecachichimeca de Cuauhtinchan, en el valle de Puebla, el calpulli fue un tipo específico de unidad social que tenía tierras en común, que estaba estratificado internamente de acuerdo con el parentesco y era dirigido por un señor mayor del linaje.
Una situación semejante parece haber prevalecido entre los pipiles. El pueblo de Caluco, El Salvador, por ejemplo, estaba dividido entre cinco calpultin, cada uno con su propio cacique o cabeza titular. Casi todas las familias nucleares tenían huertas de cacao, que probablemente se les habían asignado antes de
Nivel de Organización Política
Los conquistadores españoles encontraron en Guatemala una serie de sociedades indígenas basadas en la producción de un excedente económico. De acuerdo con la terminología de Elman Service, se podrían llamar 'cacicazgos' a algunas sociedades pipiles de Guatemala, mientras que sería, quizás, más apropiado, referirse a otras unidades políticas pipiles, especialmente a Cuscatlán, como Estados. Kalervo Oberg talvez los hubiera llamado a todos 'cacicazgos organizados políticamente'. Lo que hace difícil la asignación de estas sociedades a una u otra casilla evolutiva, es el hecho de que representan un rango continuo de variabilidad de la complejidad cultural, en lugar de los tipos ideales de las clasificaciones etnológicas.Según Robert Carneiro, tres criterios mínimos distinguen los Estados de los cacicazgos. Los primeros tienen el poder de reclutar para la guerra y las obras públicas, imponer y cobrar tributos, y decretar y hacer cumplir las leyes. Kent Flannery está de acuerdo: '...mientras los ciudadanos individuales deben abstenerse de la violencia, el Estado puede trabar la guerra; también puede reclutar soldados, recaudar impuestos, y exigir impuestos'. Los cacicazgos organizaban los ejércitos y los proyectos de trabajo comunal por medio del parentesco, pero no podían reclutar guerreros y trabajadores. Los caciques recibían el tributo, pero no tenían el poder político o militar de recaudar impuestos. Por ende, los cacicazgos no tenían leyes, ni los medios de fuerza institucionalizada para que éstas entraran en vigor, en caso de existir.
Principalmente, a partir del estudio de los datos de Fuentes y Guzmán, de acuerdo también con algunas fuentes históricas del siglo XVI, como Pedro de Alvarado, Diego García de Palacio, y de algunos documentos de archivos, como
Economía Política
Se les clasifique como integrantes de cacicazgos o de Estados, los pipiles antiguos tenían un modo tributario de producción. Los datos tampoco son claros ni abundantes, pero se puede suponer que la capacidad de pagar el tributo a los españoles, en la época colonial inicial, inmediatamente después deLa élite gobernante controlaba el uso de la tierra. Los linajes nobles (que, como ya se dijo, muchas veces coincidían con los calpultin) sirvieron como la institución de tenencia de la tierra. Era privilegio del soberano asignar el uso de la tierra comunal a los jefes de linajes. Cada uno de éstos tenía sus plebeyos y esclavos para trabajar las tierras.
El intercambio regional e interregional fue sumamente importante entre los pipiles. Extrapolando datos de documentos tales como
Con respecto al comercio interregional, se puede especular, con las reservas consiguientes, que en el Postclásico Tardío los pipiles de Cuscatlán producían un excedente de algodón, el cual, junto con tejidos, como mantas y toldillos, se cambiaban con los pipiles de Izalco y Escuintla para obtener cacao. Otros productos comerciales, como la sal y el pescado seco, también demuestran patrones de producción especializada regional, y talvez eran llevados por mercaderes de una provincia a otra.
Religión
Como en el caso de la estructura sociopolítica, la religión pipil muestra muchas semejanzas con la de los aztecas. Los pipiles tenían un sacerdocio especializado, que consistía de varios rangos. Según García de Palacio, los pipiles de Mita tenían un 'papa' (sacerdote supremo) que llamaban tecti (teucti, equivalente al azteca teuctli), quien usaba una vestidura azul y un tocado con plumas de quetzal. El sacerdote segundo tenía el titulo tehuamatlini, y era 'el mayor hechicero y letrado en sus libros'. Cuatro sacerdotes auxiliares, a los que se referían como teupixqui, ayudaban en las ceremonias. Cada uno de ellos llevaba una vestidura de color distinto: negro, rojo, verde o amarillo. Además, tenían un 'mayordomo', que se encargaba de los sacrificios.Los sacerdotes vivían en templos llamados teupas (teupan). Según García de Palacio, el templo mayor estaba junto a la residencia del sacerdote supremo.
Los dioses que adoraban los pipiles eran muy semejantes a los de los otros pueblos nahuas de Mesoamérica. García de Palacio mencionó a dos de ellos: Quetzalcoatl e Itzqueye. El segundo era una diosa madre que tenía su origen en
Los pipiles tenían un calendario casi idéntico al de los aztecas, con el tonalpohualli de 260 días y el xihuitl de 365 días. Cada día se identificaba con un número y un símbolo. La tabla de calendario que ilustró Fuentes y Guzmán muestra los glifos para los símbolos calli (casa), cuat (serpiente), suchit (flor), y posiblemente acat (caña) y tecpat (cuchillo de pedernal).
Con respecto al sacrificio humano, García de Palacio informó que los pipiles, de Mita, tenían dos tipos de ritos de sacrificio, cuya práctica dependía de que la víctima fuera de carácter doméstico o cautivo de guerra. Las víctimas domésticas eran hijos bastardos, de
Fte: William R Fowler, JR
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